En 2009 Susana Fortes se consagró como novelista gracias a Esperando a Robert Capa, una historia cuyos derechos no tardaron en ser adquiridos por Hollywood para llevar a cabo una película que sería dirigida por Michael Mann. Tras 11 novelas a sus espaldas, Fortes publicó el pasado día 19 Septiembre puede esperar, la historia de una estudiante española de filología que sale en busca de Emily J. Parker, una escritora británica desaparecida en los años 50 en misteriosas circunstancias.

—En una entrevista en 2014 indicó que cada vez le atraían menos los autores barrocos y que estaba apostando por las descripciones concisas. Parece que se lo ha tomado en serio, su última novela apenas tiene 270 páginas.

—No me gusta el lenguaje de tiros largos, creo que a la hora de escribir uno no puede estar con pajarita y esmoquin, hay que escribir en vaqueros y camiseta. Al principio en mi maleta de escritora llevaba de todo, adjetivos, adverbios, y mil y un lacitos, pero con el tiempo me he dado cuenta de que lo fundamental son los huesos del idioma. Ahora llevo conmigo poco más que un maletín de forense. Escribo más limpio y voy a lo esencial, a por el verbo. Como le pasaba a Escarlata O’Hara en Lo que el viento se llevó, cuanto más aprietas el corsé más guapa esta la muchacha para el baile.

—Su novela transcurre principalmente en Londres, tanto en la década de los 50 como en la actualidad. ¿Cómo ha manejado esa dualidad?

—Tuve que trenzar los dos mundos, en primer lugar el Londres de la Segunda Guerra Mundial. Fue una época de miserias y sueños, de héroes y canallas, y todas las claves del mundo actual están ahí. Quizás esa sea la razón por la que siempre, tanto en la literatura como en el cine, volvemos a esa época en la que Londres resistía con su peculiar sentido del humor frente a la caída de toda Europa. Por otro lado está el Londres actual, el Londres nevado de la contaminación, el tráfico aéreo y los autobuses. Un lugar en el que puedes perderte por completo.

—La novela gira alrededor de la desaparición de Emily J. Parker, un personaje ficticio que nos sirve para conocer a personajes reales de la década de los 40 como Alan Turing y los descodificadores de la máquina alemana Enigma en la base de Bletchley Park.

—John Irving dijo una vez que el trabajo de un novelista era crear personajes ficticios más interesantes que los reales. Me encanta mezclar realidad y ficción, desde pequeña he tratado con personajes ficticios en mi vida diaria, he desayunado con ellos, y creo que un novelista tiene que estar acostumbrado a ello. Todo el mundo conoce a Alan Turing, pero lo que la gente desconoce es que alrededor de la mansión de Bletchley Park había 10.000 mujeres trabajando en diversas tareas, desde descifrando líneas de código hasta taquígrafas. Emily llegó a Bletchley Park con 17 años, se educó en mitad de la guerra, en mitad de ese mundo confuso de espionaje y mentiras. No podía ser una mujer fácil, y la psicología que despliego alrededor del personaje así lo demuestra.

—Me atrevería a decir que más que una novela sobre la Segunda Guerra Mundial se trata de una novela sobre mujeres supervivientes.

—Exacto, muchas veces me han dicho que es una novela sobre mujeres fuertes, pero no creo que necesariamente sea así, sino que se trata sobre mujeres sin plan B, mujeres que cuando se ven acorraladas entre la espada y la pared elijen la espada. De hecho, la novela está plagada de guiños a Thelma y Louise.

—También hay espacio en la novela para cierto toque de terror.

—Bueno, creo que el terror está en nuestro ADN. La Biblia por ejemplo está llena de asesinos de niños, padres cuchilleros, plagas, etc. Todo lo que nos podamos inventar en el ámbito del terror ya estaba en el Antiguo Testamento. Eso deja huella en todos nosotros.

—Antes siquiera de ser publicada en España, los derechos de ‘Septiembre puede esperar’ ya han sido comprados en Italia, ¿Cree que ‘Esperando a Robert Capa’ tiene algo que ver con eso?

—Es la primera vez que me pasa, apenas tardaron un fin de semana en decidirse desde que les llegó el manuscrito. Con Esperando a Robert Capa di el salto definitivo al ruedo, la presenté en lugares como Pekín, Shanghái o Nueva York, etc. Lugares donde apenas podía reconocer mi nombre en la portada del libro. Solo puedo esperar que esta nueva novela tenga el mismo recorrido.

—¿Puede contarnos algo de la adaptación cinematográfica de ‘Esperando a Robert Capa’?

—La verdad es que muy poco, como ya sabrá estos mundos son siempre muy herméticos. Los derechos que compró Michael Mann expiraron a causa de problemas familiares de un guionista, de modo que la historia volvió a salir al mercado y ya ha encontrado nuevo comprador. Cuando el reparto esté completado daremos la noticia.