Aurora Egido se convierte esta tarde (19.00) en la séptima mujer que formará parte de la Real Academia Española, tras una vida dedicada a la enseñanza y la investigación. Por tanto, sabe de qué habla cuando afirma que la educación "es una de las grandes soluciones para remontar la crisis y las desigualdades sociales".

Catedrática de Literatura de la Universidad de Zaragoza y experta en el Siglo de Oro, Egido (Molina de Aragón, Guadalajara, 1946) contrae a partir de ahora una responsabilidad más en su vida y "bastante grande". "Ser académica tiene algo de ventura y de aventura. El trabajo no me asusta, sobre todo si es en el campo de la filología y de la literatura, donde tanto disfruto", afirma en una entrevista esta especialista mundial en Baltasar Gracián, el escritor al que le dedicará su discurso de ingreso.

La RAE fue fundada en 1713, y en sus tres siglos de historia solo han ingresado nueve mujeres en ella. Egido espera que, "poco a poco", deje de ser noticia el que una mujer entre en la Academia o en otras instituciones de prestigio. "Es una evidencia", asegura, que debería haber más mujeres en la RAE porque "hay muchas que están muy preparadas", y en ese sentido cree que "las cosas irán cambiando". Aún así, ella no se ha "planteado nunca entrar en ningún sitio por ser mujer", sino por sus méritos y el trabajo que ha realizado.

ESTAR "A LA ALTURA"

Más que la solemnidad de la ceremonia de ingreso, lo que le preocupa es que su discurso, fruto de un año entero de trabajo, "esté a la altura de lo que se espera" de ella. Y ver si el ensayo que ha escrito, de 350 páginas, "convence a los gracianistas y a los estudiosos de la literatura del Siglo de Oro".

El discurso se titula La búsqueda de la inmortalidad en las obras de Baltasar Gracián, y hoy leerá una versión abreviada para no superar el tiempo de que dispone y, "sobre todo, para que no se duerman los asistentes". Entre ellos estarán el rector de la Universidad de Zaragoza, Manuel López; y la consejera de Educación y Cultura del Gobierno de Aragón, Dolores Serrat.

En esa "peregrinación" que hará por la obra de Gracián (1601-1658), reflejará cómo el jesuita aragonés estaba "obsesionado por dos búsquedas, la de la felicidad y la de la inmortalidad". La primera "es la más importante en toda la historia de la Literatura Universal. En Gracián, en cambio, esa búsqueda de la felicidad se transforma en El Criticón en la de la inmortalidad, que ya para los clásicos era muy importante".

Presidenta de honor de la Asociación Internacional de Hispanistas y de la Asociación Internacional Siglo de Oro, Egido le ha dedicado "muchos años" a la obra de Gracián, pero "nunca ha sido una especialización absoluta". En su extensa bibliografía figuran también obras sobre Cervantes, Calderón de la Barca, santa Teresa de Jesús y san Juan de la Cruz. "Una cosa asombrosa de Gracián es que lo lees y parece que está reflejando el mundo actual y la España actual, tan compleja, tan fragmentada, tan perdida en el fondo".

Crisis ha habido en todas las épocas, pero, "quizá ahora, por las circunstancias políticas y las tremendas desigualdades, esté muy agudizada", afirma Egido, quien recuerda que, para Gracián "crisis" equivale a "juicio crítico: analizar los problemas y tratar, mirando hacia el pasado, de mejorar el presente y labrar un futuro mejor".

LA DOCENCIA, "UN RETO"

Por eso, en su opinión, sería interesante aplicar a la actualidad "la solución que da Gracián, que tiene mucho que ver con la educación", en el sentido clásico del término, es decir, "no solo de conocimiento sino de mejora de la persona".

"La educación es una de las grandes soluciones, aunque no la única, para remontar las miserias, vivir con dignidad y alcanzar las cosas por los méritos y no por otras vías poco dignas", subraya la nueva académica.

Ha recibido numerosas distinciones, entre ellas el Premio Nacional de Humanidades Ramón Menéndez Pidal o el Baltasar Gracián, pero "la tarea más importante" de su vida ha sido la de "dar clases". "Es un reto".

Egido lleva décadas en la universidad y sabe hasta qué punto le están afectando "los recortes". Por eso hace hincapié en la importancia de la primera y la segunda enseñanzas, en las que "ha habido indudablemente un declive que ha sido culpa de todos, y especialmente de no haber puesto la educación por encima de cualquier consideración política".