Imma, Carme, Montse y Mer§ona Puig Antich luchan desde hace 32 años para que se reconozca legalmente que la muerte de su hermano fue, según sus propias palabras, fruto de una coyuntura histórica ahogada por la fatalidad, y de un sistema judicial dictatorial basado en lo más contrario a la justicia. Aún así no fue fácil decidir si apoyaban la idea de llevar al cine la trágica historia del último ejecutado por el régimen franquista.

El caso Salvador Puig Antich se ha reactivado con motivo de la llegada a las salas el próximo viernes del largometraje dirigido por Manuel Huerga con el respaldo absoluto del productor Jaume Roures. Las cuatro hermanas piensan hoy que no se equivocaron, que la película respeta lo que para ellas realmente es importante. "Es digna", define Montse Puig Antich al filme, basado en un libro de Francesc Escribano.

Vieron el filme juntas por vez primera a principios de mayo, días antes de que la cinta viajara a Cannes, donde fue seleccionada para participar en la sección Una cierta mirada. Fue un pase privado convocado en una sala de L´Hospitalet. "Había cerca de 40 personas. Entre familiares, Huerga, el guionista Lluís Arcarazo, nuestro abogado Paco Caminal, Roures y Antoni Bassas".

Para ellas fue especialmente doloroso revivir la agonía de esos malditos días, aunque la película las convenció por que los hechos se enmarcan en el contexto justo: "No se difunde la idea de que fue un mártir, tampoco se presenta como un héroe, y ni siquiera se vende la imagen de una inocencia absoluta", escriben las cuatro hermanas en el libro editado con motivo del estreno.

Montse está convencida de que la película será un éxito. "Pero los últimos 15 minutos son durísimos. La gente joven que está tan poco acostumbrada a aguantar no sé si lo podrán soportar", plantea. Al salir de esa primera proyección, ella le comentó a Huerga, que al final el dolor se le hizo inaguantable. "Él me contestó muy serio: ¿Pero fue así o no? Lo pensé y está bien. La gente debe saber lo qué ocurrió".

A ellas no les da miedo hablar de todo ello, pero les remueve ese poso de dolor del que nunca se desprenden. "Pasarán 100 años y seguirá haciéndonos daño". Para Huerga, el filme es un contundente alegato contra la pena de muerte y también un apasionado relato sobre el derecho de cualquier joven a la revuelta y a la discrepancia.

Al final las persuadió Escribano. Les dijo que siempre han luchado para que su hermano deje de ser considerado un asesino. "Es tan sencillo como ésto: A Salvador no lo deberían haber matado. No puede ser que la historia escriba que es un criminal. Eso se debe limpiar. Y la película puede concienciar a la gente", argumenta el periodista.

La ficción se concede licencias. A Imma le sorprendió la secuencia del cementerio. "Se ve a mucha gente, cuando lo cierto es que en el entierro éramos cuatro. Estábamos muy solas". Carme cuenta que Roures las fue mentalizando. "Insistía que era importante que tuviéramos claro que no sería un documental". Imma no entendía el por qué de tanta insistencia. "Ahora lo tengo claro, un documental debe ser fideligno, una ficción no. A cambio, llega al gran público. Se han tergiversado cosas, pero lo importante, no".

Carme no olvidará nunca el día en que Carlota Olcina, la actriz que la interpreta, rodó en el Clínic, el hospital donde ella trabaja de enfermera, el mismo lugar donde su hermano fue trasladado herido tras su detención, en septiembre de 1973. "Ella temblaba y yo no pude evitarlo, lloré. Nos abrazamos como si nos conociésemos de toda la vida".

Las otras actrices, Bea Segura (Montse); Olalla Escribano (Imma) y Andrea Ros (Mer§ona, que por entonces tenía 12 años) también conocieron a las Puig Antich. "Nos dijeron que entregaban el alma, que lo harían muy bien, que nosotras estábamos vivas". recuerda Carme.

Imma no se identifica con su personaje. "No sé, parezco una mojigata. Pero eso no es importante". Montse reconoce que le tocó la fibra ver a una actriz reviviendo momentos tan dramáticos. "No lo puedes evitar, te emociona, pero yo lo viví como lo que es: una película".

Lo cierto es que Daniel Brühl (el protagonista) lloró más de una vez en los ensayos. Sobre todo en las escenas del último encuentro. Ese día de 1975 en que sabían que ya no volverían a ver con vida a Salvador, ellas resistieron. No dejaron que cayera ni una lágrima. "Eso queda, hay gente que nos dice que no hubieran sido capaces, que se hubieran derrumbado, pero si de verdad quieres a alguien, aunque le vayan a matar, tú aguantas. No tienes derecho a hundirte, a quien van a matar es a él. Ya llorarás después". Fuerza nunca les ha faltado.