EL AIRE QUE ME ESPÍA

AUTOR: Carlos Castán

EDITORIAL: Instituto de Estudios Altoaragoneses

PÁGINAS: 46

Hasta que dé el paso a la novela, el oscense Carlos Castán dosifica a los lectores su literatura en forma de relato, una medida a la que le ha cogido bien el pulso, y prueba de ello son sus libros Frío de vivir o Museo de la soledad. Su entrega más reciente --nunca hay que decir la última-- es El aire que me espía, el título que inaugura una nueva colección impulsada por el Instituto de Estudios Altoaragoneses titulada Letras del Año Nuevo.

El aire que me espía es un relato cuyos bordes cortan, algo que quien haya transitado por la escritura de Carlos Castán ya habrá experimentado. El oscense despliega una vez más su maestría como escritor de distancias cortas, dotado de una mirada que vigila silenciosa e implacable a sus personajes hasta despojarlos de todo lo que no sea su propia esencia. Una esencialidad que en muchos casos implica soledad o desamparo ante el mundo, y que el autor ofrece a quien se asoma a sus páginas como si de un espejo se tratase. La historia se va desarrollando de manera vehemente, con una aparente desconexión que no hace sino tejer una lógica del desencanto, que al final engendra su propio significado. Jalonando el camino aparecen esos párrafos que Castán sabe construir a la perfección, y cuya belleza aterradora es capaz de hacer callar el bullicio de la vida.

La colección donde ha aparecido este relato tiene periodicidad anual, y se publicará coincidiendo con el final de año como si de un regalo navideño se tratase; son libros de pequeño formato, con una edición cuidada y que recogerán textos breves de autores aragoneses, como es el caso del de Castán. Sin embargo, El aire que me espía es cualquier cosa menos un divertimento.

MIGUEL ÁNGEL ORDOVÁSmordovas@aragon.elperiodico.com