Aunque no comulga con la idea de «estar 24 horas en un personaje», cree que cuando rodó Loving Pablo seguro que tuvo «alguna actitud arrolladora, irrefrenable o de imposición» cuando dejaba de rodar porque cuando te metes en un papel «te llenas de esa energía y no puedes frenar, se hace de manera inconsciente». Javier Bardem fue el gran protagonista de una nueva sesión de La buena estrella que tuvo lugar ayer en el Paraninfo y en la que estuvo acompañado por el director de la película, Fernando León de Aranoa y del coordinador del ciclo, Luis Alegre. La sesión levantó tanta expectación que se realizó en la sala Paraninfo en lugar de en la habitual sede, el Aula Magna.

Bardem se ha metido en la piel del narco Pablo Escobar en esta película en la que se retrata la vida de uno de los delincuentes más famosos: «No me ha costado meterme en esa espiral de violencia -arrancó su intervención Bardem- porque está tratada con mucha elegancia si lo comparamos con las barbaridades que hacía. Hay la violencia que tenía que estar presente y ver que el poder va del control absoluto por la fidelidad…. Y si no hay fidelidad, hay que morir». En ese sentido, León de Aranoa defendió que más allá de la explícita, está la implícita: «Las escenas que más crueldad transmiten son las más íntimas donde se ve la crueldad del personaje y su falta de empatía. Sin ser tan violentas se siente más en la distancia corta con Virginia Vallejo con la que no muestra empatía». Loving Pablo, de hecho, está basada en el libro que escribió la periodista sobre su vida con el narco. Aun así también hay violencia explícita porque «hubiera sido deshonesto que no la hubiera», recalcó el director.

EXTRAPOLAR Y POSEER

Para meterse en la piel de Escobar, Bardem confesó que no quiso «ver nada ni de series u otras películas» por un motivo claro: «Yo tenía mi visión que tenía que ver con cosas más terrenales, con la falta de glamurización y quería acercarlo a algo más real. Tenía que hacer ver lo terrible que significaba ese tipo para todos los que estaban a su alrededor, incluso su familia. En esa distancia corta, ves algo que se extrapola y tiene que ver con el poseer».

León de Aranoa, por su parte, explicó que no «ha habido ninguna intención de mitificar el personaje. Ni lo pretendíamos ni en realidad sé cómo se podría hacer con todo el dolor que dejó. El público es muy inteligente y, aunque no usemos moralejas, va a entender lo que pasó en esa época». Algo que llevó la conversación a las recientes declaraciones del vicepresidente colombiano que consideró un problema para su país que se hicieran películas y series sobre Escobar: «En España también pasa que parece que no se puede hablar de la guerra civil porque das una mala imagen del país o abres heridas o yo que sé. Pero el cine está para contar historias, no es publicidad ni publirreportajes que hablen bien de las cosas. El hecho de que se haya superado esa época es un mensaje muy bueno pese a todo el dolor. Hay que contarlas para que no se repitan».

Con respecto a la diferencia entre rodar en Hollywood o hacerlo en España, Bardem tiene claro cuál es: «El dinero que compra tiempo... pero a veces hasta te aburres, ¿eh? Ocho semanas para una película es mucho porque a mí me gusta trabajar con dinamismo aunque si te referías a la presión yo nunca la he sentido, es cosa del productor. Yo nunca he tenido la presión porque si no no podría decir ni una palabra y bastante tengo con intentar que se me entienda al hablar. Mi objetivo único es trabajar lo que me dejen y como me dejen, pudiendo elegir lo que me llame. Y como sé lo difícil que es hacer una película me corto mucho a la hora de hacer un juicio de valor».

Para León de Aranoa, según dijo, rodar con Javier Bardem y Penélope Cruz, ha sido «muy sencillo y muy cómodo» porque se conocían «mucho» y eso «simplifica» las cosas: «Eso fue muy importante porque fue un rodaje donde hubo que moverse muy rápido». «Han dado a luz dos personajes muy arriesgados y valientes y, como decía, conocerlos tanto de antes me ha permitido quemar etapas porque a mí me gusta generar confianza, que haya dudas con los personajes y me llamen a las tres de la madrugada para preguntarme. Esa confianza ya existía en este caso».