Ignacio Martínez de Pisón y La buena reputación, Belén Gopegui y El comité de la noche, y Francisco Ferrer Lerín y Mansa chatarra. Tres autores y tres libros muy diferentes unidos por "la buena escritura" y por los premios Cálamo que ayer celebraron su gala de entrega en el Teatro Principal.

"Zaragoza es tan generosa conmigo que no puedo decir mucho más porque ya no quedan más premios que darme... Deben ser que creen que tengo muy mala salud porque si no no me lo explico...", aseguró Martínez de Pisón (Mejor Libro del Año) con ironía antes de que hiciera también uso de ella Francisco Ferrer Lerín (Premio Extraordinario): "Es un galardón que va en consonancia con mi obra y mi persona ya que tengo hábitos muy peculiares... y, de hecho, es la primera vez desde que vivo en Jaca desde 1968, que alguien se acuerda de mí en Aragón". La tercera premiada, Belén Gopegui (Premio Otra Mirada) también quiso aludir a la denominación de su reconocimiento: "Estoy muy contenta porque sugiere un toque adúltero, de doble vida, algo que siempre ha estado en mi obra y me gusta".

Con respecto a su libro premiado (El comité de la noche), Gopegui aseguró que es una "novela rabiosa, lírica y con una mezcla no habitual entre acción y lirismo con una voluntad de intervención muy necesaria. Pretendía convertir sensaciones en imaginación para convertir el desamparo colectivo de un país en algo organizado con un fin de victoria".

Martínez de Pisón, cuyo premio ha sido votado por los clientes de la librería, razonó que "uno nunca sabe porque un libro gusta más que otros... Yo siempre escribo los mismos libros, abordo la historia de una familia y puede ser que La buena reputación sea la novela más clásica y decimonónica por lo que igual ha conseguido conectar más con un lector tradicional".

Por su parte, Francisco Ferrer Lerín calificó su libro (Mansa chatarra) de "misceláneo, es un repaso a mi producción poética en el que importan más el significante que el significado porque cuando escribo no pretendo nada, no hay una intencionalidad. Es decir, hay una debilidad argumental evidente que destaca por cómo está escrito".

VALOR E IMPORTANCIA

Los premios Cálamo son de los pocos auspiciados por una librería. Algo que valoraron los tres escritores: "Es muy bonito que lo den libreros porque ahora que las instituciones están haciendo una dejación absoluta de su labor cultural, han sido ellos los que han tomado ese testigo imprescindible y están dinamizando la vida cultural".

En ese sentido, Gopegui, que bromeó con la importancia que tiene "para los escultores" que haya premios sin dotación económica, señaló que las librerías son un "refugio y una catacumba de resistencia" y puso como ejemplo algo que le ha pasado en los últimos días tras la pérdida de un ser querido: "Cuando alguien se muere, descubres en sus libros una cruz, un párrafo subrayado... son mensajes secretos que jamás se podrán digitalizar y que perviven gracias a la labor de las librerías".

"Que Cálamo desarrolle esta actividad internacional desde Zaragoza y no desde Nueva York, por ejemplo, solo lo puedo calificar de un milagro y lo digo yo que cada vez que vuelvo a Barcelona veo que siguen desapareciendo las librerías de siempre", sentenció un Francisco Ferrer Lerín, que calificó estas pérdidas de un "goteo constante".