Donde la madre preocupada por excelencia del cine de los 80, la excelente Dee Wallace, se parapeta en un coche con su hijo frente a los ataques de un San Bernardo rabioso. Dejando a un lado los innecesarios elementos de crisis conyugal, Cujo es una lección de construcción de la tensión, un crescendo de angustia en el que Lewis Teague utiliza el fuera de campo de la forma más deliciosamente perversa. El mismo director se encargó dos años después de Los ojos del gato, antología de historias de la marca King.