Hace apenas tres meses Jonathan Littell era un completo desconocido en Francia. Ayer, este estadounidense de 39 años que escribe en francés y reside en Barcelona cosechó el premio literario más prestigioso de ese país, el Goncourt, por su primera novela, Les bienveillantes, que próximamente aparecerá en las librerías españolas bajo el titulo Los bienpensantes.

Con una edición desnuda de todo márketing --ni siquiera aparece en la solapa una fotografía del autor-- y 910 páginas dedicadas a un minucioso relato, a priori, poco comercial --la confesión de un agente nazi de la SS encargado de aplicar la solución final--, Littell ha pulverizado los récords de ventas. Pese a tratarse de un autor nada mediático --apenas concede entrevistas y se niega a pisar un plató de televisión--, Los bienpensantes ha superado la barrera de los 200.000 ejemplares. No ha hecho más que empezar.

Tras ganar el 26 de octubre el Gran Premio de la Academia Francesa y convertirse en la estrella de la feria de Fráncfort, la obtención del Goncourt --remunerado con un simbólico cheque de 10 euros-- implica duplicar o triplicar de las ventas. Las editoriales --varias-- que rechazaron la publicación del título por considerarlo un texto demasiado sesudo deben tirarse de los pelos. En cambio, quien apostó por el desconocido Littell, la prestigiosa editorial Gallimard, ha tenido que echar mano de los estocs de papel previstos para Harry Potter para poder hacer frente a la demanda que les ha desbordado.

Gallimard confió en este escritor reservado, que prefiere los encuentros con un grupo reducido lectores en una ciudad de provincias a una rueda de prensa en París. Poco explica Littell de su vida, salvo que sus 15 años de trabajo en organizaciones humanitarias le han permitido meterse en la piel de uno de los verdugos del holocausto y explicar --durante 112 días de escritura-- cómo se llegó a convertir en un monstruo.

Nacido en Nueva York y educado en Francia, Littell ha seducido a los franceses eligiendo la lengua de Flauvert en pleno declive francófono. Ahora estudia español. El fallo del jurado del Goncourt --entre cuyos miembros figura el español Jorge Semprún-- le ha pillado en Barcelona, a donde se mudó con su familia el pasado septiembre.