LÁGRIMAS EN LA LLUVIAS

AUTORA Rosa Montero

EDITORIAL Seix Barral

PÁGINAS 478

PRECIO 20 u

Los seres humanos sabemos que hemos de morir. Los replicantes, además, saben cuándo. Tienen fecha de caducidad. Y odian por ello a sus creadores. He ahí, y no en el que compone sus órganos, el material que ha hecho de los androides o replicantes, sobre todo a partir de Philip K. Dick y Blade Runner, un mito universal, acaso el más fértil de la ciencia-ficción moderna. Los reps o tecnohumanos, como también los llama Montero en Lágrimas en la lluvia, convierten el recuerda que eres mortal latín en una perpetua cuenta atrás: 4 años, 3 meses y 29, 4 años, 3 meses y 28 días, 4 años...

Todo el mundo conoce el Carpe diem, pero no tanta gente recuerda el Memento mori. Solo por eso, la aventura que Montero ha creado para su álter ego Bruna Husky, una detective replicante en el Madrid del 2109, adquiere una trascendencia inusitada que se pone de manifiesto desde la primera línea. Pero la peripecia de Husky no se queda ahí: volviendo al mejor Dick, Montero ha explorado el tópico de las memorias artificiales, el de los falsos recuerdos que configuran la identidad. En el caso de los replicantes de la autora, existe conciencia de la adulteración, y un instante revelador bautizado como baile de fantasmas. Y existen además modos de inducir recuerdos ajenos, y unos creadores que se dedican a pergeñar esos retazos pretéritos, a menudo recreando los suyos propios. Aún más: existen indeseables que se dedican a reescribir la memoria colectiva, a practicar el revisionismo en medio de una guerra entre especies.

¿Qué vida es entonces la de la detective Husky, si su memoria es una invención y su destino una cuenta atrás? ¿Puede alguien sin pasado ni futuro encontrarse a sí mismo mientras el mundo se desdibuja? Con la rep Husky, Montero ha creado uno de los personajes más hondos de su dilatada trayectoria. Y sí, lo ha hecho en una novela negra de ambientación futurista, en una investigación íntima y política en la que hay alienígenas, asesinos cibernéticos y pistolas de plasma. No hay cabida en este libro para los intolerantes.

Habrá quien crea que al tratar la memoria, la identidad y el amor al otro, sobre todo el otro diferente, Montero no ha hecho más que revestir algunos de sus grandes temas con los brillos de la anticipación tecnológica. Que ha vuelto, añadiéndole el poso dejado por la reciente defunción de su pareja --a la que están dedicados el libro y algún personaje--, a asuntos que desarrolló en La función Delta, Amado amo, Temblor y La hija del caníbal, con un toque distópico y varias cargas de profundidad antirracistas.

Tras años de dominio de la fantasía sobre su género hermano, la oscuridad de nuestro mañana empieza a traducirse en un cambio de códigos.

Montero domina los aquí empleados, y pese a algún error acaba demostrando que Lágrimas en la lluvia no es solo una novela profunda, imaginativa y muy bien escrita: es, además, pionera en su regreso a un género demasiados años relegado. El futuro está de su parte.