La historia del municipio de Lobera de Onsella se reescribe estos días con la publicación de los resultados de las excavaciones llevadas a cabo en el cerro de San Miguel, donde se encontraron hace tres años 17 yacimientos medievales datados del siglo X. Para mañana sábado se ha organizado una visita guiada por los yacimientos y por una pequeña sala de exposiciones habilitada en la Ermita de San Juan donde se exponen los resultados de las excavaciones, que permanecerá abierta hasta el próximo 15 de agosto.

Las labores de desenterramiento y restauración corrieron a cargo del decano del Colegio Oficial de Doctores y Licenciados en Filosofía y Letras de Aragón José Ignacio Lorenzo, que explicó ayer en la Diputación Provincial de Zaragoza los detalles del proyecto.

El descubrimiento de la necrópolis se remonta a enero del 2014, cuando un vecino de la localidad, mientras realizaba la limpieza de un terreno, encontró una tumba semienterrada. No era la primera vez que los vecinos de Lobera de Onsella habían encontrado yacimientos arqueológicos en sus terrenos, pero en esta ocasión el buen estado de los restos impulsaron a tomar las medidas pertinentes. Los restos se retiraron del terreno y fueron almacenados hasta poder encontrar presupuesto para poder llevar a cabo las analíticas necesarias para dilucidar su antiguedad, que finalmente pudieron realizarse años después con la calibración en Estados Unidos de dos de los túmulos funerarios encontrados, siendo finalmente datados entre el año 943 y el 1024.

«No es una tumba medieval más, sino que tiene un interés nacional e incluso me atrevería a decir internacional», señaló Lorenzo. «Se trata de tumbas muy antiguas que se remontan a los orígenes del Reino de Aragón. Hasta ahora la tumba más antigua que se había encontrado estaba en Luesia, donde los restos databan del año 1024, y estas podrían ser las tumbas más antiguas encontradas de ese periodo», añadió el arqueólogo.

Sin embargo, la verdadera importancia de estos enterramientos reside en tu tipología, tal y como explicó Lorenzo: «Tradicionalmente en la Edad Media en Aragón existían tres tipos de enterramientos que eran usados tanto por las clases más bajas como por las altas, el antropomórfico, que presentaba una sección parcialmente separada entre la cabeza y el cuerpo intentando amoldarse a la silueta humana; la tumba de bañera, que consistía en una simple excavación de forma elíptica; y las tumbas trapezoidales, que presentaban aristas y un ligeros ensanchamiento en la parte de la cabeza. Las tumbas que hemos encontrado, tabicadas con losas y carentes de ensanchamiento en la parte de la cabeza suponen un cuarto modelo hasta ahora desconocido».

POBLACIÓN DE FRONTERA

Las hipótesis de Lorenzo postulan que los enterramientos indican la ubicación de un barrio, procedente a una antigua población de frontera con el Islam durante el siglo X. «Se trata de una población mediterránea, de menos de metro setenta de altura, y el desgaste de sus articulaciones y su columna vertebral así como la ausencia de piezas bucales nos indica que era una población castigada por las guerras y la mala alimentación», indicó el arqueólogo. Y añadió: «Ahora está por ver si encontraremos casas y si llegaremos a conseguir una muestra de 30 enterramientos, que será cuando oficialmente podremos concluir que se trataba de una población y podremos comenzar a realizar estudios genéticos», concluyó Lorenzo, que se mostró optimista de poder encontrar mas túmulos de esta tipología.