Antes del estreno de Guardianes de la galaxia (2014), en Marvel no las tenían todas consigo. Se trataba de una película que en esencia rompía con la continuidad de las nueve entregas previas de lo que conocemos como Universo Cinematográfico Marvel (UCM); que apostaba por la comedia y no por el drama; que transcurría casi exclusivamente en el espacio exterior; y cuyos protagonistas no solo eran superhéroes mayormente desconocidos sino que además incluían en su seno a un mapache parlanchín y un árbol. «Yo estaba literalmente aterrado», recuerda ahora el director James Gunn. «Tenía la sospecha de que nadie iría a ver la película, y que eso supondría el fin de mi carrera».

Dado el descomunal éxito que Guardianes de la galaxia acabó logrando, es lógico que la actitud con la que ahora Gunn afronta el estreno de su continuación sea muy distinta. «Hace cinco años nadie me hacía ni caso y hoy, lo que son las cosas, podría levantar el proyecto que me diera la gana». Sigue sintiendo una gran presión, no obstante, aunque una presión diferente. «Sé que la película hará buena taquilla, pero a mí eso no me basta. Las expectativas del público son mayores, y no sería justo defraudarles».

Que en efecto este Guardianes de la galaxia Vol. 2 sea uno de los títulos de la nueva remesa de Marvel -los entendidos lo llaman Fase 3- en los que más esperanzas tiene la productora depositadas resulta irónico considerando que, aún más que su predecesora, es una película que explota su condición de perro verde igual que un general luce sus medallas. De entrada, porque, narrativamente hablando, permanece separada del resto del UCM. En ella no se detectan vínculos directos con otras sagas de este universo; de no saberlo de antemano, uno podría ir a verla y no encontrarle el parentesco con Los Vengadores o Iron Man.

Se sabe que eso no necesariamente seguirá siendo así durante mucho tiempo pero, por el momento, Gunn ha vuelto a gozar «de una libertad absoluta» para desarrollar este universo sin necesidad de pensar en relacionarlo con una mitología más amplia. «A lo largo de mi carrera mis ideas siempre se habían visto limitadas, generalmente por cuestiones de presupuesto, pero ahora los únicos límites los ha marcado mi propia imaginación. Si no he ido más lejos es porque no se me ha ocurrido cómo hacerlo».

PRIMERO, GUIONISTA / Gunn se dio a conocer sobre todo como guionista de Scooby Doo (2002) y Amanecer de los muertos (2004) y como director de dos bizarras películas de género, Slither: La plaga (2006) y Super (2010). Pero fue antes, durante sus inicios en el ámbito del cine de serie Z que desarrolló no solo su irreverente sentido del humor sino su amor por el tipo de personajes descastados e inadaptados que el cuarteto protagonista de Guardianes de la galaxia también representa. «Yo mismo siempre me he sentido un outsider, y no sé si alguna vez seré capaz de superarlo», confiesa. «Me siento así incluso dentro de mi propia familia; soy incapaz de encajar. Puntualmente siento conexiones genuinas con otras personas, pero esos momentos son fugaces. Y estas películas hablan precisamente de esos momentos».

La voluntad de explorar más a fondo a los personajes y sus relaciones mutuas, y el absurdo que resulta de ellas, es otro de los rasgos que mantienen la nueva película a cierta distancia del resto del UCM. Si su predecesora hablaba de un grupo de almas perdidas que se convierten en su propia familia, Vol. 2 habla de lo difícil que es mantener la familia unida. «He querido apoyar la película sobre un contraste: por un lado, las escenas de acción son cinco veces más grandes y espectaculares; por otro, la historia es más íntima y personal, y más emocional».

En ese sentido, la principal línea dramática de este segundo volumen radica en la relación entre Star-Lord (Chris Pratt) y quien desde el principio de la película se revela como su padre biológico: Ego, que tiene aspecto de hombre -de Kurt Russell, en concreto- pero en realidad es nada menos que un planeta viviente, y que aspira a convencer a su hijo para que gobierne el universo con él. «En buena medida, esta película habla de esa lucha por no pensar demasiado en uno mismo», dice.