No para de trabajar. En septiembre salió a la luz El secreto de la esfinge y, a inicios de este mes, la zaragozana Ana Alcolea, ganadora del premio Cervantes Chico, ha publicado Tarek, el africano (Anaya), que cuenta con las ilustraciones de David Guirao. Y Aurora o nunca (Edelvives), una novela escrita no a una ni a dos manos, sino a diez. Volviendo a Tarek, el africano, es la historia de unos niños que en una visita a su abuelo descubren una cuenta de cristal muy rara. El abuelo les cuenta como la encontró en la ladera de un volcán. La historia que les narra «tiene una parte importante de realidad, porque durante los siglos XVI, XVII, XVIII y XIX, los europeos compraban y vendían esclavos de las costas de África y pagaban con cuentas de cristal veneciano», asegura la zaragozana desde Noruega, lugar al que viaja para inspirarse.

-En el libro habla de seres humanos que infringen daño y dolor a semejantes, ¿es importante que los niños sepan de la existencia del dolor?

-Creo que sí. En el tiempo en el que vivimos estamos rodeados de casos terribles o de personas que hacen cosas terribles con los demás, niños incluidos. El ser humano es capaz de lo mejor y de lo peor, aunque siempre queda ese espacio para la esperanza, que es la idea final del libro. Creo que los niños deben acercarse a lo que es la vida real, porque a veces les edulcoramos demasiado las cosas. No obstante, los cuentos de hadas están llenos de tragedias. La literatura infantil siempre se ha nutrido de la historia y de la vida.

-¿Existe alguna semejanza con la actualidad en su historia?

-Cuando yo escribí este libro en julio de 2017 no podía sospechar que eso mismo [el tráfico de seres humanos] estuviera pasando en estos momentos. Que se esté comprando y vendiendo gente no tan lejos de nosotros como hacen las mafias en Libia... uf. Los europeos estamos pagando para que los refugiados no vengan, por lo que se está traficando con seres humanos. Yo quería contar en una historia esa mezcla de la belleza absoluta del cristal veneciano con el horror de la compraventa de personas, pero no podía sospechar que eso estuviera pasando ahora mismo.

-¿Qué puede atraer de esta historia a los más pequeños?

-No lo sé. Cuando escribo una historia, escribo la historia que me sale al momento, no pienso en que es lo que le puede gustar al futuro lector. Nunca escribo a la carta pensando en los niños. Lo hago pensando en la parte más esencial de mi misma, que es absolutamente universal. Lo que a mí me conmueve, conmueve a todos, independientemente de la edad. La historia les va a enganchar. También está la parte exótica y las ilustraciones maravillosas de David Guirao que resumen perfectamente esos dos mundos: la belleza, el vacío... David ha captado la esencia perfectamente de lo que se dice en el relato.

-¿Cómo consigue una persona adulta sumergirse en los mundos de la fantasía infantil?

-Porque he sido niña también, como tú y como todos. La niña que he sido afortunadamente está ahí. Aquello que nos conmueve a los mayores también le conmueve a un niño. Es lo que Machado llamaba los valores universales del sentimiento. Independientemente de la edad, de la procedencia y de la generación nos movemos por las mismas tierras.

-Por tanto, ¿los adultos pueden aprender de esta historia?

-Por supuesto, los libros no tienen edad y menos por arriba. Si tienen edad, malo. Este es un libro para todos los públicos.

-El 2 de abril se celebró el Día Internacional del Libro Infantil. ¿Está desacreditada la la literatura infantil?

-El que la desacredite se está equivocando mucho. Hay gente que sí, que considera que es un género menor y a mí me parece de risa porque todos nos hemos nutrido de literatura infantil y, el que no lo haya hecho, pues mal lo tiene. Estamos formando lectores pero también personas. El niño que lee, no sé si va a ser un adulto que lea, pero sí tendrá un pensamiento más reflexivo, más crítico y por lo tanto más libre. Eso es lo que hace la literatura infantil y juvenil. La gente que no se dé cuenta y lo considere un género menor, haya ellos.

-¿Es más fácil o más complejo escribir para niños?

-A mí me parece más difícil escribir para niños porque tienes que captar no solo lo que a ellos les puede interesar, sino como contárselo.

-¿Por qué los adolescentes no leen?

-Leer sí que leen, porque son los que mantienen el mercado de este tipo de literatura. El adolescente ahora mismo tiene muchas cosas muy entretenidas que hacer y que pensar. Las horas que se pasaba uno leyendo, ahora lo hacen en el ordenador. Eso es un, no sé si decir, problema. El signo de los tiempos va por ahí.

-Puede que la literatura juvenil no tenga la calidad suficiente.

-Dentro de la literatura juvenil hay de todo, cosas buenas y malas, como para los adultos. Hay literatura para adultos que a mí me sonroja por lo mala que es.

-¿Qué ámbito es más importante para concienciar sobre la importancia lectura?

-Los colegios hacen lo que pueden. Hay profesores que quieren que sus alumnos lean porque tienen claro que la lectura es la base y la columna fundamental del pensamiento libre y crítico. Pero claro esto es formación, la educación se imparte en casa. He sido profesora muchos años, y milagros no podemos hacer.

-Además de leer, ¿es importante que los niños escriban?

-Es fundamental y está muy bien que los jóvenes escriban porque es una forma de que se acerquen al mundo de la palabra de manera activa. Escribiendo valoran lo que han escrito los demás.