Carmen Posadas siempre se fijaba en un «cuadrito de Goya» muy pequeño que había en casa de un amigo suyo coleccionista. «Me llamaba la atención esta pintura en la que hay una vieja a la que están tomando el pelo dos niñitos, un rubio de ojos azules y una niñita negra, pero siempre pensé que todo era producto de la imaginación desbordante de Goya». Tiempo después, la escritora uruguaya estaba buscando un tema para su novela y una amiga le dio la clave: «¿Tú sabías que la duquesa de Alba, la supuesta maja desnuda, tenía una hija negra?». Y, a partir de ahí, nació La hija de Cayetana (Espasa), el último libro de Carmen Posadas que ayer presentó en El Corte Inglés de Zaragoza.

«La misma amiga me contó la historia de que le habían regalado esta niña a Cayetana de Alba porque en el siglo XVIII era costumbre regalar a las señoras importantes una esclavita como quien regala una muñeca o un gato. La diferencia es que como ella no podía tener hijos, le tomo mucho cariño a esta chica, María de la Luz, la convirtió en su hija y luego le legó una gran fortuna», explicó Posadas que, a partir de esa idea, construyó una novela en la que conviven dos vidas, la de la madre adoptiva y la de la biológica. O lo que es lo mismo, dos mundos totalmente diferentes: «Cuando encontré la historia, me pregunté a quién le habían robado esta niña, una pobre madre a la que le arrancaron su hija. Se sabía muy poco del origen de la niña, que venía de Cuba, que era hija de una esclava y que venía envuelta en el turbante de una esclava. Y, por eso, la novela, está estructurada como dos historias. Por un lado, la vida de los ricos y por otro la de los esclavos, muy desconocida en la península, tanto que yo no sabía que había en España en ese siglo XVIII», aseveró para aclarar a continuación: «Los esclavos negros en España se habían convertido en esclavos de lujo, eran sobre todo esclavos domésticos».

FIN DE UNA ÉPOCA

La hija de Cayetana se sitúa en una época, el siglo XVIII, en el que se estaba viviendo un fin de época, tal y como se relata en la novela: «Es el siglo de los excesos --señaló Posadas--, el de las luces, de la Ilustración, pero todo era muy excesivo, los hombres usaban tacones, se maquillaban, usaban pelucas con rizos, era todo muy estrafalario y es bastante lógico que llegara el final del Antiguo Régimen. Era todo tan decadente y estrambótico que no sorprende que viniera la Revolución Francesa y les cortara la cabeza a todos».

En ese contexto es donde vive Cayetana de Alba que tenía fama de ser muy excéntrica: «Pertenecía a la única estirpe de mujeres libres que ha conocido la Historia hasta bien entrado el siglo XX. Hasta ese momento las únicas mujeres dueñas de su destino eran las que eran muy ricas y poderosas pero a título personal, no servía tener un padre poderoso o un marido. Ella fue hija única, era caprichosa, frívola pero tenía un gran corazón como demostró adoptando esta niña y tratándola como su hija», aclaró.

¿Qué paso como María de la Luz tras la muerte de Cayetana a los 50 años? «No se sabe nada. Seguramente se volvió a Cuba porque en aquella época allí ya había muchos esclavos que habían conseguido su libertad. Volvería porque hubiera desentonado menos allí porque ya había muchos negros que tenían una posición desahogada», concluyó Posadas.