Hace 400.000 años, unos homínidos "bellos y vigorosos" moraban en una "especie de paraíso" en la Sierra de Atapuerca, un poblado de cazadores y recolectores que por lo visto vivía en ese paraje "como en la gloria". Sus peripecias las recrea la filóloga María Jesús Secanillas (Zaragoza, 1965) en la novela La tierra más maravillosa, ambientada en los yacimientos de Atapuerca, muy cerca de Burgos, y que el sábado se presentó en Sobradiel.

El libro, publicado por Mira Editores y cuyo prólogo firma el codirector de Atapuerca, Eudald Carbonell, es una historia de acción, de amor, de emociones... pero sobre todo es un "canto a la vida", afirma la autora.

Relata las vivencias de una tribu que residía "en un lugar extraordinario", en el Pleistoceno medio, en una sierra en la que había una vegetación exhuberante, existían tres ríos y su clima era cálido, más que hoy en día. "Ese lugar no está en la sabana africana, sino en Atapuerca".

La autora imagina la vida de 28 homínidos que vivieron en una cueva, en lo que hoy se conoce como la Gran Dolina, uno de los yacimientos más ricos de la Sierra de Atapuerca y en el que a mediados de los noventa aparecieron restos humanos, de unos 780.000 años, que fueron considerados como los homínidos más antiguos de Europa.

Este lugar lo habitan unos homínidos que mantenían una forma muy peculiar de abastecerse de comida. Cazaban y tenían trampas, la más importante, la Galería, una cavidad natural, que existe en realidad, en la que caían animales de todo tipo y que les servía para aprovisionarse de carne.

Cómo convivían, cuáles eran sus costumbres y las emociones que sentían las recrea en esta novela, en la que imagina personajes como Cazador Experto, cuya primogénita, Ojos, había alcanzado la edad reproductiva y debía abandonar la familia; o Viajero, quien regresaba después de una exploración por los alrededores y alertaba de la cercanía de nuevos machos; así como Anciano, el más sabio de la tribu.

Eran seres "fuertes", que "vivían en un entorno hostil, de peligros y animales", lo que hacía que fueran como "máquinas perfectas". "Yo creo que serían guapos", asegura María Jesús secanillas. "Aunque no somos la misma especie, creo que no hemos cambiado tanto". Y así los imagina la autora, no muy diferentes.