"Ha sido una sorpresa, pues ni sabía que habían presentado mi candidatura, estoy encantada y tratando de reaccionar". Así se expresaba ayer Magdalena Lasala (Zaragoza, 1958) tras conocer que le había sido otorgado el Premio de las Letras Aragonesas 2014 por unanimidad del jurado. Un galardón al que se ha hecho acreedora según el acta, porque en toda su obra "la condición humana resulta exaltada en su dignidad plena y universal, proponiendo a la literatura como ejercicio de humanidad, a la par que de entretenimiento y formación". "Su actitud de permanente y efectiva presencia en la vida cultural aragonesa, desde los más diversos ámbitos de la creación, certifican su inquebrantable compromiso con la literatura y la sociedad de nuestra comunidad", se apunta.

El jurado estuvo formado por Humberto Vadillo, Gabriel Sopeña, Julio Cristellys, Víctor Castellón, Marian Rebolledo, José Luis Melero y Palmira Vicente y su propuesta debe ser aprobada por el Consejo de Gobierno.

CREADORA POLIFACÉTICA

Magdalena Lasala demostró desde muy joven su vinculación hacia el teatro y una clara vocación literaria que le ha permitido abarcar todos los géneros y adentrarse en todo tipo de actividades artísticas. Sobre esta variedad estilística apuntaba ayer que, para ella, "los géneros son simplemente soportes de la expresión de un mensaje según el momento. Por eso no renuncio a ninguno y los empleo en función de lo que quiero comunicar".

Pero el teatro fue el principio --"yo quería ser actriz, pero mi padre no me dejó, aunque he llegado a él por otros caminos", cuenta--, y así ha escrito obras, ha dirigido e interpretado y ha trabajado en montajes incluso para danza, como Mudéjar, de Miguel Ángel Berna: "Fue un trabajo muy bonito, pues se trataba de hacer danza con la palabra recitada como soporte", cuenta.

Sus poemas han sido musicados por autores que van desde García Abril, como las Acuarelas que compusieron para los Infanticos del Pilar, a Gabriel Sopeña, que llevó sus versos al rock.

Pero si hay un género que la ha hecho popular entre los lectores es la novela histórica, con obras como La estirpe de la mariposa (1999); Abderraman III: El gran califa de Al-Andalus (2001); Maquiavelo: el complot (2005) o La Casa de los Dioses de Alabastro (2013), entre otras. Muchas de ellas centradas en la época andalusí y el Renacimiento, pues, como dice "me gusta buscar periodos más desconocidos o que estén en tinieblas pues siempre guardan mensajes más ricos. Me gusta indagar en épocas que tienen repercusión en la evolución del pensamiento humano".

Y, desde luego, no concibe su mundo sin el arte y la creación: "A los seis utilizaba las libretas para hacer libros y no para hacer cuentas; el placer por aprender me ha llevado a la necesidad de expresar, de comunicar. También tengo hipersensibilidad que para vivir es una faena, pero para crear es un privilegio, un recurso maravilloso", concluye.