El lugar elegido para el pabellón Manierismo rococó de Dan Graham (Urbana, Illinois, 1942) fue el recinto de la Exposición Internacional Zaragoza 2008, frente al Pabellón de España, en una zona ajardinada. Pasado un tiempo, tras la celebración de la Expo, la obra sufrió las primeras agresiones que obligaron a restaurarla hasta que finalmente se decidió su traslado al fondo del vestíbulo del edificio Seminario, donde permanece protegida a salvo de cualquier mirada, con la consiguiente pérdida de todo significado. Está sin estar. Urge, por tanto, encontrar un nuevo emplazamiento público al aire libre en la ciudad donde pueda ser transitada, tal como fue concebida por su autor.

«Tienes que tener público, por eso mi trabajo es contrario a la idea europea y alemana en particular del artista como genio y dios», defiende Graham, para quien la implicación activa del espectador en sus obras es una cuestión clave en su trabajo; de finales de los años sesenta del siglo XX son su primeras performances en las que exploró la relación de los movimientos corporales en el espacio, a las que siguieron videoinstalaciones que le permitían investigar la transformación perceptiva del público en el espacio.

En 1975, Dan Graham incorporó a sus obras un nuevo material, que en la actualidad continúa utilizando: el cristal-espejo, reflectante por un lado y transparente por el otro, con el que construye estructuras o pabellones, como los denomina, que, según ha declarado, «sirven de refugio arquitectónico y de escultura».

ARTE Y ARQUITECTURA / En el artículo El arte con relación a la arquitectura. La arquitectura con relación al arte, publicado en la revista Artforum en 1979 y recuperado por la editorial Gustavo Gili en 2009, Graham reflexiona sobre el movimiento moderno en arquitectura y sobre el Minimal Art, en especial sobre la idea reductora del cubo blanco. La tarea de la obra de arte o de arquitectura, concluye, «no consiste en la resolución de conflictos sociales o ideológicos en una bella obra de arte, ni en la construcción de un nuevo contenedor-contenido ideológico; la obra de arte dirige la atención hacia las costuras existentes entre las diferentes representaciones ideológicas (poniendo de manifiesto la variedad contradictoria de las lecturas ideológicas). Para hacerlo, la obra utiliza una forma híbrida que participa tanto de un código popular de entretenimiento como de un análisis político basado en la teoría de la forma, y tanto en el código de la información como en el estéticamente formal».

Los pabellones de Dan Graham son estructuras híbridas de arquitectura y escultura, y también de urbanismo por ser el espacio público de la ciudad el lugar donde el artista elige reflexionar y teorizar y, asimismo, ofrecer al espectador la posibilidad de descubrirse a sí mismo como sujeto que mira y es mirado. «Más que esculturas o arquitecturas son puro paisaje funcional», dice Graham de sus pabellones.

El realizado para Zaragoza es un corredor transitable cuya estructura de acero perfila dos lados cóncavos en los que se encajan paneles de vidrio curvado de 2,27 metros de alto, que, como es habitual, son vidrio y cristal; una peculiaridad que hace de estas obras sofisticados mecanismos visuales cuyo propósito es descubrir los fundamentos ilusorios de la percepción, siempre subjetiva, enredada en los reflejos de un paisaje y una luz continuamente cambiante y espectral. A diferencia de la arquitectura de las grandes corporaciones, cuyas fachadas son pantallas de vidrios espejeados de doble cara, tema que Graham ha analizado, su uso de espejos de doble cara nunca privilegió jerárquicamente uno de los lados -desde la calle son enormes superficies reflectantes del entorno que dotan al interior, transparente, de la posición de poder y vigilancia-, sino que, como ha señalado, su interés es transformar el interior y el exterior en autorreflexiones, «lo que se relaciona con la reflexividad y con la transparencia de las personas en el interior y en el exterior, poseyendo ambas vistas de las mismas mirando a los otros en el paisaje. De ahí que la idea de paisaje desde Friedrich se haya vuelto importante, y esto ocurrió históricamente con el papel del parque y de los suburbios en relación con la ciudad».

MAYOR VISIBILIDAD / Encajada en el muro del vestíbulo del edificio Seminario, el pabellón de Dan Graham pasa inadvertido e incluso llega a ser un estorbo para usuarios y funcionarios. Una estructura extraña, en definitiva, desprovista de función que además parece ser el sitio idóneo donde colocar todo tipo de cartelería informativa por ser uno de los puntos de mayor visibilidad del espacio. Reclamamos un lugar para la que es una de las mejores obras públicas patrimonio de la ciudad. Porque, sí, en Zaragoza, tenemos un pabellón de Dan Graham.