LUGAR DE NACIMIENTO MADRID, 1964. ES HIJA DEL PSIQUIATRA JUAN ANTONIO VALLEJO-NAJERA Y SOBRINA DEL PINTOR FERNANDO ZOBEL

ESTUDIOS LICENCIADA EN PEDAGOGIA

RESIDENCIA LONDRES. ESTA CASADA Y TIENE CUATRO HIJOS

NOVELAS ´EN UN RINCON ANDALUZ´ (1999), ´EL CASTIGO DE LOS ANGELES´ (2001) Y ´UN MENSAJERO EN LA NOCHE´ (2003). AYER DISERTO EN EL COLEGIO MAYOR MIRAFLORES, DE ZARAGOZA

--Un mensajero en la noche (Tusquets), el relato sobre un hombre malo que en una noche se vuelve bueno ¿es una historia verdadera?

--Es una historia real que a mí me cayó en las manos y que muchas veces me planteo por qué me tocó este regalo tan grande. Lo investigué durante año y medio.

--Albert Michael Wensbourg, un preso muy peligroso, recibe un fogonazo supuestamente divino. Como en las vidas de santos.

--Albert es un personaje muy complejo. Había pertenecido a una banda muy conocida en Inglaterra, Los hermanos Creig tras la que fue durante años Scotland Yard. Eran los que controlaban toda la entrada de droga en Inglaterra. Albert era uno de los matones. Era drogadicto, alcohólico, ladrón, violento, agresivo, atracador. Y muy inteligente, además.

--¿Cómo llegó a conocerle?

--Me habló de él un sacerdote irlandés que conocí en Bosnia, cuando trabajaba en un campo de refugiados en los últimos años de aquella guerra. El había conocido a Albert cuando era cocinero de un monasterio benedictino y que había varios periodistas renombrados de Londres que intentaban escribir una novela sobre su historia y que él, tras mucho meditar, les había rechazado. Sin esperanzas, lo intenté yo.

--Según el libro, usted misma también pasaba entonces por un proceso de conversión religiosa.

--Efectivamente. Yo acababa de descubrir a Dios con unos franciscanos que trabajaban en un campo de refugiados ayudando, cuidando de los niños y desahuciados de la guerra. Uno no podía ser sacerdote porque había adoptado a cuatro niños que vivían en cajas de cartón en Mostad. Yo, que había llegado allí muy agnóstica, al ver que su amor iba más allá de lo humano, inicié un crecimiento espiritual.

--¿Qué le pasó a Albert?

--En la madrugada del 1 de enero de 1997, a las 2.10 horas, (él era muy preciso con los horarios) sufrió un puñetazo tan fuerte en el pecho cuando estaba profundamente dormido, que le tiró de la cama, en la pequeña celda de castigo. Se quedó muy aturdido. Pensaba que algún policía o algún recluso quería ensañarse con él. Y cuando abrió los ojos, dice que vió una figura llena de luz, que le hizo taparse los ojos. En ese momento sintió un miedo tremendo, al mismo tiempo que mucha paz. Y se acurrucó en un rincón.

--El antropólogo Rudolf Otto define lo santo como una conjunción de lo tremendo y lo fascinante

--Albert hablaba de una mezcla de miedo y asombro ante una figura que le dijo: "Albert, has sido escogido por tu Dios. A partir de ahora nunca más volverás a ofenderle".

--¿Cómo se lo contó a usted?

--Creo que me eligió por ser católica. Cuando le conocí era ya monje benedictino y hablaba correctamente, aunque con fuerte acento galés.

--¿Se le notaba fantasioso?

--No. Era un hombre realista. Yo, como hija de psiquiatra pensé inmediatamente en una psicosis, fruto de la cárcel, de años de abuso de drogas y alcohol, pero en los análisis clínicos que le habían hecho a petición suya, tras el fenómeno, se dictamina que estaba cuerdo.

--¿Eligió el reportaje como estilo novelístico?

--Mi estilo es muy personal. No planeo nada. Me pongo delante del ordenador y dejo fluir la imaginación con todos los datos reales. Desde niña sentí que tenía ese don de contar historias. Mis tres novelas tienen el mismo estilo. Aquí he utilizado las cintas que grabé a Albert. Va por la tercera edición. El me pidió antes de morir que la hiciera llegar a los presos. Estoy muy feliz porque gente de las cárceles me escribe cartas hermosísimas.