Por una vez hemos llegado a tiempo. La periodista jacetana Maruja Callaved acaba de fallecer, pero no sin haber sido reconocida previamente en su propia tierra. Por supuesto en Jaca, donde recibió el galardon Sueldo jaqués, pero también por parte del sector, pues fue la protagonista de la clausura, a la par que homenajeada, en el pasado congreso Hecho en los Pirineos, donde sorprendió la lucidez y vigor de la octogenaria pionera.

Pues fue la presentadora de Vamos a la mesa el primer programa gastronómico de la televisión en España, nacido en 1967, del que apenas quedan testimonios gráficos debido a la precaria tecnología de la época. Pero sí los suficientes para afirmar que no era simplemente un programa de cocina, pues hablaba, dentro de los parámetros de la época, de nutrición, de alimentación y no sólo de recetas, además de ofrecer noticias relacionadas con el sector. Tratando de inducir hábitos más actuales en un país que décadas atrás pasaba hambre y que entonces comenzaba a consolidar una clase media.

Y probablemente ese sentido de la alimentación le ha acompañado toda su vida. Pues como explicó en el citado congreso, no le interesaban para nada los concursos de cocina, estos funestos reality shows, ni especialmente los recetarios. Solo veía informativos. Reivindicó, en estos tiempos difusos, el valor de la información, también en la alimentación, sin olvidar su rol de disfrute.

De ahí la necesidad de recordarla, en unos tiempos en los que la sobreinformación induce a los consumidores a las más absurdas tonterías. Que si eliminar el gluten de los alimentos para sentirse mejor; seguir cualquier absurda dieta para jamás adelgazar; ingerir alimentos extraños a nuestra cultura sin analizar sus efectos; sumarnos a las más absurdas modas gastronómicas…

Mientras que la información se ve desplazada, escondida entre toda suerte de opiniones, la actitud de Maruja, sigue siendo un ejemplo para todos. Y recordarla a tiempo, también.