Siete años después de lograr el espaldarazo de Hollywood como el Zorro, Antonio Banderas vuelve a meterse en su piel, en la segunda entrega de este héroe al que el actor ama por ser popular y terrenal: "Me gusta más el Zorro sin máscara que con ella, pues los personajes imperfectos te humanizan".

La leyenda del Zorro , cuya acción se sitúa diez años después de la primera entrega, La máscara del Zorro , ha supuesto para Antonio Banderas todo un maratón promocional que ayer le llevó a Madrid durante cuatro horas para luego partir a Los Angeles donde, el 16, tendrá lugar la premiere.

El actor, nombrado ayer Hijo Predilecto de su Málaga natal, volverá a su ciudad para comenzar el próximo día 21 el rodaje de su segunda película como director, El camino de los ingleses , adaptación de la novela homónima de Antonio Soler.

"Las secuelas las ordena el público", afirma Banderas para explicar cómo los productores del filme, entre ellos Spielberg, pensaron enseguida en una segunda entrega, con los mismos protagonistas, Banderas y Catherine Zeta-Jones, e igual director, Martin Campbell.

Pero han pasado siete años y el actor malagueño reconoce que notó los efectos del paso del tiempo en el rodaje. "Lo más oscuro fue el trabajo físico del personaje". Mes y medio de entrenamiento y cinco de rodaje han dado como resultado una historia que arranca con los protagonistas casados y padres de un hijo de diez años, viviendo en en vísperas de las elecciones para la adhesión de California a los Estados Unidos.

El Zorro tendrá que actuar contra unos malvados que intentan, no sólo impedir la adhesión de California, sino también destruir a los propios Estados Unidos. Un argumento que encaja con la política patriótica que distingue a Bush desde el 11 S y que no ha hecho más que acrecentarse. "No me gusta pegar determinados eventos de reflexión seria a un filme de aventuras --apunta Banderas--, por eso intenté tirar abajo esos guiños".

Aún así reconoce que los guiños existen. "Aunque los hay también en otros sentidos. Por ejemplo, aparecen unos individuos que intentan manipular unas elecciones. Y yo me pregunto: ¿cuantos Zorros serían necesarios para que en Florida no saliera Bush? Se ven, además, a dos federales que hoy serían de la CIA y que se encargan de liarlo todo. Por eso, la película muestra cómo el malo puede estar en casa, o el tremendo poder de las fuerzas federares".