Mercedes de Vega ha vuelto a zambullirse en una historia familiar construyendo un relato que mezcla misterio, varias tramas y mucha psicología. El clan protagonista de la novela, los Anglada, no se hará desconocido para todos aquellos que hayan leído la primera parte de esta novela centrada en una saga, Cuando estábamos vivos, un libro que recomendó Mariano Rajoy.

A pesar de que la relación existente entre los dos textos, De Vega asegura que su nueva obra, Todas las familias felices, «funciona de forma autónoma, porque es totalmente autosuficiente y explico todos los prolegómenos de los protagonistas con elipsis al pasado para situar al lector». La novela se divide en dos tramas que se van intercalando, una cuando desaparece en el año 1970 Tomás Anglada, y otra protagonizada por su hija 33 años después, que quiere recuperar la historia de su progenitor.

-¿De dónde surge ‘Todas las familias felices’?

-Este es un relato que yo comencé a escribir hace muchísimos años coincidiendo con la muerte de mi padre. Los dos libros cuentan la historia de una saga familiar que comienza en el año 1928. Después llega la segunda república, la guerra civil y ahí es donde acaba la primera parte. El parón de la guerra fue una excusa perfecta para hacer un cierre y continuar después con el final de la historia de los personajes y el final de la saga con esta segunda novela.

-¿Por qué incide tanto en la cuestión de los desaparecidos en sus libros?

-A mí me interesa mucho la psicología de las historias, de las narraciones, de los relatos... me atraen las relaciones que se establecen y los vínculos afectivos entre las personas. A mí me interesa, más que los hechos en sí, lo que desata un suceso. Por ejemplo, lo que puede desatar la desaparición de Tomás Anglada al principio de la novela como para que a su hija esto le condicione su personalidad.

-Tras el éxito de la primera parte, que tuvo buenas cifras de ventas, ¿teme defraudar?

-No, al contrario, yo no tengo ningún miedo ni ningún temor. Estoy absolutamente feliz de haber podido culminar la historia completa y de haberla cerrado. Siento que el objetivo está cumplido y creo que el lector lo va a agradecer mucho.

-En su novela hay muchas referencias a lugares reales y estos tienen mucha relevancia en la historia.

-Sí, yo soy socióloga de formación; entonces eso te da un poso de querer buscar y entrar en profundidad en todos los aspectos de una narración, no solamente en la trama de lo que pasa en una historia sino en la ambientación, en la influencia que tienen los lugares, en la influencia que tiene el arte, la ascendencia judía de los protagonistas... Por esto es una novela muy referencial al mundo cultural, al mundo que nos envuelve. No solo importan las acciones, sino que también donde pasan, por qué pasan, qué consecuencias tiene lo que pasa y que ha pasado antes para que suceda lo que está sucediendo.

-El propio título es una referencia a la primera frase de ‘Ana Karenina’ de Tolstói.

-Esa frase es tan poderosa y definía tan bien el contenido de la novela que la tuve que rescatar, porque también esta novela tiene algo de novela rusa, una novela épica con muchos hilos que nos llevan a muchas partes. Era ideal para resumir el contenido de la novela y la hice mía.

-¿Cómo es la protagonista de esta historia?

-Teresa Anglada es una mujer con miedo al compromiso, con miedo a la pérdida, pero al mismo tiempo es una mujer valiente y fuerte, es una mujer actual, una periodista que tiene un programa de televisión. La pérdida en el Museo Reina Sofía de su hija hace que ella empiece esa investigación de la muerte de su padre. Su carácter está muy marcado por esa desaparición y tiene tal miedo al compromiso que esas dos hijas que tiene no son fruto de una relación sino de una inseminación artificial.

-Tenemos la familia que nos toca...

-Sí, la familia no se elige, es la que nos toca. El título es un título retórico porque sabemos perfectamente que la felicidad no es un bien que sea patrimonio de la familia, ni muchísimo menos (ríe).