Las comparaciones son odiosas, sobre todo si quieres ser actor y tu padre se llama Kirk Douglas. Pero, como mínimo, había que intentarlo. El joven Michael alcanzó fama como el poli principiante de la serie Las calles de San Francisco, pero aún más como productor de Alguien voló sobre el nido del cuco; tanta reputación logró en este otro oficio que nadie parecía quererle para actuar. Así que él mismo produjo películas en las que aparecer.

Todo cambió en 1987: en un solo año, en cuestión de meses, se estrenaron las películas Atracción fatal y Wall Street, y había nacido el actor destinado a representar durante largo tiempo todos los más bajos instintos de la masculinidad: el egoísmo, la codicia, la obediencia a las pulsiones sexuales… Cuando era un buen tipo, como en las aventuras de Jack Colton, era bueno, pero cuando era malo, o como mínimo, un tipo algo turbulento, Douglas era mejor.

TRILOGÍA SEXUAL / Atracción fatal fue el primer volumen de lo que el propio actor llama «la trilogía sexual»: vinieron después Instinto básico y la mucho peor que las otras dos Acoso, con Demi Moore. Ésta última la rodó dos años después de ingresar en rehabilitación por, según los medios, adicción al sexo, aunque él ha insistido en que sus problemas fueron el agotamiento y el alcoholismo. También dejó huella con Un día de furia (1993).

La vida parecía confundirse con la ficción, igual que el juego se mezclaba con la realidad en la fascinante The game. Pero cuando Douglas parecía destinado a hacer siempre de hombre más oscuro que la noche, nos mostró una cara algo más amable en Jóvenes prodigiosos y Traffic, como profesor universitario y juez conservador de Ohio.

Esa primera década de los dosmiles no fue, sin embargo, todo lo brillante que podía esperarse tras dos películas como esas: llegaron después comedias olvidables y thrillers no mucho mejores, en algún caso simples vehículos para su lucimiento.

Pero lo peor estaba por llegar, y no era una mala película, sino el tumor del tamaño de una nuez que un doctor de Montreal le encontró en la base de la lengua. Era un cáncer de lengua en fase cuatro, que podía estar causado, según Douglas informó, por el sexo oral. Aquellos comentarios no beneficiaron exactamente a su matrimonio con Catherine Zeta-Jones, que sufrió una dura crisis en el verano del 2013, pero luego se recompuso.

La enfermedad no le paró. A pesar de recibir tratamiento, no dudó en visitar las teles para promover la segunda parte de Wall Street y Un hombre solitario. La industria pareció recordar al gran actor al que no daban los papeles importantes, y pronto deslumbraba como el Liberace de Behind the Candelabra. Hasta hoy , el actor no da signos de desfallecimiento.