Mercè Ibarz es una escritora y periodista nacida en Zaidín cuya última obra es Vine com estàs, que es la séptima de sus novelas que han visto la luz. La escritoria recibió el Premio Saputo de las Letras Aragonesas en la modalidad de literatura catalana en el año 2002 por su obra A la ciutat en obres. La oscense tiene muy claro que la nueva ley de lenguas es un despropósito y que no ayuda a normalizar la situación lingüística de la comunidad. A lo largo de la entrevista, la escritora habla sobre la tristeza que le produce la nueva ley de lenguas así como de su obra y de la importancia que ha tenido en ella su localidad natal y los acontecimientos que allí sucedieron como las consecuencias de la cruenta guerra civil o la construcción del canal de Aragón y Cataluña. Ibarz reside desde 1971 en Barcelona.

--Como escritora aragonesa que escribe y vive en catalán, ¿qué le parece la nueva ley de lenguas aprobada recientemente en las Cortes de Aragón?

--Una aberración, la verdad. Una muestra de analfabetismo institucional. Políticamente grave, inadmisible, la democracia no puede consistir en aprobar leyes analfabetas. Mucho menos en aplicarlas, quiero creer que no sucederá. Aragón no es una comunidad analfabeta sino trilingüe.

--¿Cree que es un empeño en negar la realidad lingüística de Aragón?

--Eso parece. No cabe entender de otra manera que, a riesgo de ser declarados analfabetos institucionales, prefieran los dos partidos aprobar semejante aberración: todo sea por la patria, supongo.

--Usted recibió el Premio Saputo de las Letras Aragonesas por A la ciutat en obres en el año 2002. No sé si sabe que, este año, el Gobierno de Aragón ha decidido fusionar los dos premios que concedía a los escritores en aragonés y catalán y le ha quitado la dotación económica. El resultado ha sido que el premio ha quedado desierto por la poca y baja calidad de obras presentadas. Parece que hay una preocupación especial en ensañarse con las lenguas minoritarias aragonesas...

--Así es. Resulta todo demasiado atávico, ancestral en el peor de los sentidos. Estoy desconcerta-da y entristecida, me siento humillada y ridiculizada. Tiendo a pensar que la educación mejora a las personas y a las colectividades, pero me temo que estamos ante una nueva versión de ¡Muera la inteligencia!, el grito que lanzó el jefe de la Legión en la Universidad de Salamanca al inicio de la guerra de 1936. Lo repito: ¿están alfabetizados el PP y el PAR? Aragón no puede hacer el ridículo de esta manera.

--Centrándonos en su obra, Vine com estàs es el título de una canción de Nirvana, ¿cómo surge este último trabajo que ha publicado?

--Es un libro muy narrativo y a la vez fragmentario, como la memoria que quería evocar, de mi familia y de mi educación sentimental por decirlo así: maestros, amistades, herencias políticas... La canción de Nirvana, Come as you are me sirvió porque justamente es un llamado a la memoria, a presentarse sin miedos ni temores, como yo quería: a corazón abierto. Está escrito de manera muy libre. Y en la parte de la guerra, en el catalán de Zaidín.

--¿Le atraen los retratos de la realidad cotidiana? Lo digo porque, además de la memoria familiar, aborda la guerra civil en la localidad de Zaidín y en la zona donde se dieron situaciones muy dramáticas.

--La tradición oral cuenta en mis libros, crecí en una familia memoriosa y habladora y me lo ha pegado. Era hora ya de reunir tantas de las historias oídas de la guerra. Es una suerte de legado que no he escogido, por decirlo así, sino del que soy depositaria. Mi padre y su hermano fueron enrolados en bandos distintos... Por otra parte, escribiendo lo oído he recuperado también lo que nadie cuenta todavía y está a punto de ser olvidado: por ejemplo, el Consejo de Aragón en sus primeros tiempos en Fraga, uno de los primeros, sino el primer gobierno anarquista del mundo. Aunque lo que realmente se desprende del relato es que la guerra no terminó en 1939 sino que siguió y siguió.

--En un relato de Vine com estàs aborda la construcción del canal de Aragón y Cataluña. Un canal que ha estado muy presente a lo largo de toda su obra literaria.

--Ah, sí. Sin el canal, seguramente no estaría ahora yo hablando con usted ni sería escritora y periodista. Fue una obra decisiva y emocionante. El secano de regadío es un logro luminoso de nuestra historia moderna.

--¿Le hemos quitado valor a la memoria entre todos?

--Más bien la estamos utilizando de cualquier manera, sin respeto a los muertos, sobre todo las instituciones.

--Vine com estàs es una obra poco convencional, casi de ruptura con esas convenciones de la escritura, ¿no tenía miedo que no fuera comprendida por el lector cuando se imbuyera en su lectura?

--Al contrario, cada vez son más los lectores, yo misma soy una, que valoramos la escritura concentrada y breve. Mis libros son así: concentrados y breves. En este último libro puede usted leer cada capítulo por separado, si lo desea o le sucede. Si lo lee todo seguido, párese de vez en cuando y siéntalo por dentro, como cuando lee versos o ve una temporada completa de una serie de tele.

--En No parlis de mi quan me'n vagi, su anterior novela, la libertad (o la falta de ella ya que se tenía que ejercer en la clandestinidad doméstica) era una idea fundamental.

--Mis libros hablan también de la dictadura, en efecto. Qué remedio. Viví 21 años bajo el dictador y eso cuenta. Este último libro, Vine com estàs, surge de una pregunta doble: ¿Cuándo termina una guerra, y cuando una dictadura? Aunque hay más ejemplos, solo con respecto a la ley de lenguas aragonesa cabría pensar seriamente la respuesta a esta pregunta doble.

--El paisaje y el entorno tienen un protagonismo especial en casi todos sus trabajos y en estos últimos relatos de una forma casi vital. ¿Es porque ha vivido su influencia a lo largo de su existencia?

--Somos paisaje, sin geopoética no habría literatura, ni periodismo, no habría vida... Somos tiempo y espacio: vivimos ahora y aquí. Y si llueve, nos mojamos.

--¿En qué está trabajando ahora si es que se puede revelar?

--Diversas historias me sobrevuelan, algo surgirá. Me está tentando mucho una historia muy aragonesa, de la que no le digo más.