Con la sala repleta presentó ayer Boris Izaguirre su última novela, Tiempo de tormentas. Fue a las 19.30 en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Zaragoza, y bastante tiempo antes muchas personas ya le esperaban para poder llevarse a casa un ejemplar firmado por el autor. El libro, que según dijo Izaguirre no es «ni una novela autobiográfica ni una autobiografía novelada», incluye relatos de la vida del escritor mezclados con personajes de ficción e historias dispuestas para que tengan cierto sentido narrativo.

«Cuando fui a la editorial a presentarles la novela y les dije que quería escribir sobre la historia de mi mamá y yo, surgió la espantosa palabra autobiografía y yo les dije que no, que ya verían. Tiempo después, me volvieron a preguntar y les conté que mi novela iba sobre la historia de un cuadro, y se volvieron locos», relató el autor afincado en Miami.

El libro, a pesar de ser una novela, como insiste Izaguirre, relata a la perfección la vida de un Boris hoy archiconocido y que poco ha cambiado desde que era un niño, según confesó. El cuadro al que se refiró era una imagen, de un autor que no quiso desvelar, que decoraba una de las paredes de su hogar hasta que Hugo Chávez, tras el golpe de estado, se empeñó en llevárselo. Justo un año después de desaparecer el cuadro, Belén, la madre del escritor, protagonista indiscutible del libro, fue diagnosticada del cáncer que acabó más tarde con su vida.

La novela comienza precisamente cuando el propio Izaguirre viaja a Venezuela para el funeral de su madre, en una escena en la que ya aparecen todos los personajes que salen en el libro.

UNA VIDA DE NOVELA

«Desde que vivo en Miami, que por cierto es una ciudad aburridísima, he hecho muchos viajes a España a ver a mi marido y en uno de esos vuelos comencé a pensar en que tenía que escribir este libro», dijo con el desparpajo que le caracteriza. Venezuela, su país de origen, es otro de los temas fundamentales en esta historia, un país del que se fue y del que huye y con cuyo gobierno siempre ha sido muy crítico. «En el fondo, esta novela, a pesar de ser la historia de una familia, es una reflexión sobre Venezuela, sobre lo que allí ha pasado, sobre una gente que tuvo un sueño que una vez se convirtió en poder se corrompió», dijo, esta vez en un tono más serio.

Las páginas de Tiempo de tormentas no tratan de esconder ningún detalle sobre la vida de Boris Izaguirre, si bien por eso él mismo dice que esta es su novela más personal hasta el momento. «El libro cuenta la historia de una madre muy profesional con un hijo que sabe que es gay y que decide junto a él, o sea yo, que no íbamos a ocultarnos, con todo lo que eso acarreaba entonces, algo que en parte sigue pasando», explicó en un tono reivindicativo que le suele acompañar cuando habla de los derechos de la comunidad gay, lesbiana, transexual y bisexual. El amor es otro de los pilares sobre los que se sujeta la novela, y en todas sus versiones, ya que aparecen desde aquellos personajes que le agredieron en su juventud hasta su actual marido, Rubén, que en el libro toma el nombre de Gabriel.

Y Boris Izaguirre no sería Boris Izaguirre sin la televisión, la cual, una vez aquí en España, le permitió crecer aunque que le cueste rememorarlo: «Crónicas marcianas fue un periodo duro y que recuerdo con incomodidad», confesó. A pesar de todo, de lo bueno y de lo malo, Izaguirre se mostró ayer muy feliz de estar con sus seguidores. «Siempre he sido privilegiado, y mi mayor privilegio fueron mis padres», finalizó.