Está considerado como el mejor fakir del mundo y así lo demostró ayer Ismael Civiac, director de Civi-Civiac, con su espectáculo Evasión suicida, que presentó por primera vez en Zaragoza y que sirvió para clausurar el festival Zirco. Alrededor de mil personas se dieron cita en el barrio de Miralbueno para dejarse deslumbrar durante 45 minutos por este ilusionista aragonés.

El hombre contra el fuego, los cristales, las espadas que se convierten en una escalera por donde Civiac sube como si nada o tradicional cama de clavos. A todo esto se enfrentó el aragonés en la primera parte del espectáculo, que dejó con la boca abierta a los espectadores.

Pero todavía quedaba lo más espectacular, la Evasión suicida, con el que casi logró que durante los casi 2,5 minutos que dura el número de escapismo, el público dejara de respirar para darle todo su aliento al aragonés.

El espectáculo, un homenaje a Harry Houdini que solía hacerlo en el purto de Manhattan, tuvo a Civiac colgado de una grúa a 25 metros, suspendido boca a bajo, atado y colgando de una cuerda a la que prendió fuego. En algo menos de dos minutos y medio que se hicieron eternos para muchos, el escapista logró quitarse la camisa de fuerza y los grilletes de los tobillos justo antes de que se rompiera la cuerda que lo sujetaba a la grúa. El público rompió a aplaudir durante varios minutos, que esta vez, sí que se hicieron más cortos.