Échenle la culpa a la versatilidad de un cuento que se puede entender de mil maneras y, a veces, todas al unísono: como un relato moralizante sobre cómo la belleza sale de dentro hacia fuera, como una historia de sensualidad prohibida, como una parábola del matrimonio, o en particular del matrimonio de conveniencia… (En la primera versión publicada, fechada en 1740, la Bestia se hacía humana, pero no sin antes casarse con la Bella). El caso es que Bella y Bestia son... un millón, no solo, por supuesto, las de Disney, quienes popularizaron el tradicional romance entre especies en 1991.

Se cuentan, por ejemplo, hasta nueve versiones mudas que se perdieron en la noche de los tiempos y quizá nunca veremos. Para soliviantar el dolor se puede acudir a la gloriosa versión de Jean Cocteau de 1946, con su novio Jean Marais como la Bestia y Josette Day como la Bella. De las limitaciones presupuestarias nacen efectos rudimentarios pero fascinantes, «milagros naturales» en bella definición del crítico David Thomson: imágenes al revés, candelabros humanos, una fase de flotación verbigracia de un tablón con ruedas... (El episodio de Roger Vadim de Cuentos de las estrellas de 1984, con Susan Sarandon y Klaus Kinski como Bella y Bestia, es un intento algo vano de reproducir esa magia).

La primera versión de imagen real en inglés, producida por MGM, se estrenó en 1962 y se considera cualquier cosa salvo un clásico. Casi dos décadas después, el checo Juraj Herz firmó una revisión (Panna a netvor) más próxima al terror que a la fantasía romántica.

Ya en los 80, la mítica productora low-cost Cannon abordó el mito en una saga de cuentos filmada en Israel con actores y equipo, sobre todo, israelís. Los primos Golan & Globus convirtieron la historia en un musical antes que Disney, como demuestra este imposible clip con Rebecca De Mornay danzando grácilmente con estatuas.

Una serie notable

1987 fue un gran año para Bellas y Bestias: además del musical de la Cannon, se estrenó la serie protagonizada por Linda Hamilton y Ron Perlman, con George R.R. Martin (padre de Juego de tronos) entre sus guionistas principales. En el 2012 alguien tuvo la dudosa idea de rehacerla en clave de procedimental al estilo CSI. Bellas y Bestias son legión y las puedes encontrar en versión cristiana actual, u oscura y barata (versión de dos años después con Estella Warren), o de instituto (El corazón de la bestia), o de lujo pero sin magia (aquella justamente maltratada revisión del 2014 con Léa Seydoux y Vincent Cassel). Buceando por las redes, incluso hay una versión canina.