INSTANTE-ALAMBRE

AUTOR Paco Lafarga

LUGAR Torreón Fortea

FECHA Hasta el 27 de noviembre

La mirada de Paco Lafarga (Zaragoza, 1977) es la de un fotógrafo que elige el encuadre de una escena o indica a un modelo cómo posar; sin más líos. Sin embargo no son esas fotografías las que presenta en sus exposiciones, sino pinturas o dibujos realizados a partir de las imágenes fotográficas. Ante sus obras cabe preguntarse dónde está la mirada del pintor, la verdad en pintura que decía Cézanne, la vida del cuadro que Bores encontraba en ese punto de confluencia entre la verdad pictórica y la verdad visual; tendremos que convenir en su caso que en la gestualidad tan directa con que aplica el color, o en la supuesta fidelidad con la realidad que busca representar en sus dibujos. La emoción y la intensidad parecen ausentes de unas obras cuyo autor parece empeñado en dejar claro que domina el oficio; que lo domina, no cabe duda, pero no es suficiente si atendemos a la selección de obras.

Cuenta Pepe Cerdá que tuvo a Lafarga como alumno y que tras unos meses se fue y se montó su propio estudio y una pequeña academia. Pues bien, lo expuesto se presenta como si fuera un pequeño muestrario de lo que puede aprenderse en su academia, siguiendo las enseñanzas de quien tiene dotes para dibujar y pintar lo que se le ponga por delante. Y ese es el problema a mi entender; que hay que saber qué pintar.

En el conjunto de obras realizadas en los últimos años, Lafarga reúne la teatralidad del desnudo masculino De caricias inacabadas y del Rostro de lágrimas, con los retratos de una jotera, de las Tatas o de las Mujeres en el estudio, sin que falten notas de paisaje que junto con el desnudo, le permiten dar expresión libre a todos los recursos y efectos que maneja y en los que se desenvuelve con soltura.

Más coherente es el grupo de obras, las más recientes de su producción, que ocupan la sala del segundo sótano; todo en ellas ocurre en torno a una piscina de plástico tan azul como el agua, color que vertebra la serie. Se trata de diversas escenas que son retazos de la experiencia cotidiana. Nada más extraordinario que el suceder de lo cotidiano, sin sorpresas ni rupturas; aunque la anécdota esté siempre al acecho. En los interiores domésticos, Lafarga se impone pintar el vacío disponiendo las imágenes y las notas contrastadas de color en los lugares adecuados del espacio pictórico. Algunas se presentan inacabadas sin razón de ser.