"Aragón es una una tierra que me inspira mucho". "Los Monegros me parecen uno de los paisajes más fascinantes y bonitos de toda la Península Ibérica". "Monegrillo es mi pueblo preferido, porque es un pueblo desde el que me da la sensación que puedo tocar la luna. Además, hay un bar, que se llama Las Vegas, en el que me hacen el cordero mejor del mundo, el cordero asado. Es una pasada. A veces, me hacen más y me lo llevo para el día siguiente". Bigas Luna era feliz cada vez que pisaba Aragón, un lugar al que le unían multitud de detalles. Sus antepasados maternos eran de Zaragoza al igual que su esposa, Celia Orós, que cada año lo traía a la Ofrenda de Flores. En los Monegros rodó la película Jamón, Jamón y puso en el mapa a Monegrillo --ayer lamentaba su muerte--, que agradecido le hizo pregonero, hijo adoptivo y puso su nombre a una calle.

Pero hubo más; fue capaz de revolucionar dos mitos zaragozanos, la Ofrenda de Flores, ya que fue artífice del cambio de ubicación de la virgen (en el centro, más cerca de la Fuente de la hispanidad) y también de la reapertura del templo erótico, El Plata, de la mano de su dueña, Joaquina Laguna. Esta lo definía ayer como "un amigo, hedionista, un hombre increíble". Laguna trabajó durante cuatro años y medio en la sala. Los artistas de El Plata estaban ayer conmocionados, tanto que, ayer le dedicaron sus shows, con un minuto de silencio y un aplauso; y recuperando los espectáculos que él había creado. Estela, una de las bailarinas, lo recordaba con cariño: "A mí me sacó de Barcelona y me trajo aquí", aseguraba, antes de añadir que todos habían echado alguna lágrima a lo largo de la jornada.

En mayo de 1998, cuando estuvo en el ciclo Yo confieso le contó a Luis Alegre su idea de cambiar el escenario de la Ofrenda. Allí se lo explicó a Pilar Soria, responsable de prensa del consistorio y la Juan Bolea, entonces concejal de Cultura y este cogió el guante. Bolea lo recordaba ayer con "mucho cariño" ya que el cambio lo propuso "de forma generosa y altruista". Luis Alegre fue su amigo durante 22 años, desde Jamón, jamón. Para él, como creador fue "imaginativo, original, osado, moderno, trasgresor, un hombre que adoraba el espíritu de Buñuel", reconocía ayer. De hecho, decía que su película favorita era La edad de oro. Y como ser humano, Bigas Luna era "un gran disfrutón, un hombre al que le gustaban los placeres, el erotismo, las mujeres, fetichista y con una gran capacidad para convertir cada momento en algo excitante".

La última vez que lo vio fue el 30 de noviembre del año pasado, que se lo encontró en la estación del AVE y "estaba tan entusiasta como siempre, lo vi contento".

Esa propuesta de cambio de escenario de la Ofrenda le valió que en 2001 fuera el encargado de abrir las fiestas con un pregón original y literario.

Le gustaba mucho Teruel, Albarracín o el Maestrazgo, y pensaba para la provincia un proyecto utópico.

Como decía su amigo Luis Alegre, por todo lo dicho y mucho más, parece "un desaire" que Bigas Luna no hubiera nacido en Aragón. Ahora, quizá tenga una calle en Valdespartera, a propuesta del grupo municipal de CHA en el Ayuntamiento de Zaragoza.