Ser independiente en cine va mucho más allá de presupuestos pero cuando una película se hace con millón y medio de dólares y se rueda en 25 días con una sola cámara tiene más boletos para entrar en la clasificación. Esos son algunos de los números de Moonlight, el magno tríptico sobre la identidad sexual ambientado en un barrio negro y marginal de Miami que ha rodado Barry Jenkins y que en la víspera de unos Oscar adonde llegaba con ocho nominaciones, ha hecho pleno, seis de seis, en los Independent Spirit, unos premios que ponen como requisito que los trabajos candidatos no superen los 20 millones de presupuesto.

Como recordaba Tarell Alvin McCraney, el coguionista cuya obra de teatro autobiográfica inspiró el proyecto, «mucha gente rechazó el guion» por miedo al efecto que podría tener en sus carreras vincularse a un proyecto donde la homosexualidad es prominente. Esos miedosos posiblemente hoy estén arrepentidos. Moonlight salió de la carpa de la playa de Santa Mónica donde se celebran los Spirit coronada como mejor película y con premios a director, guion, fotografía y montaje. El realizador, el elenco y la directora de casting se llevaron también el premio que se entrega en honor a Robert Altman y si no hubiera sido porque ese galardón descalifica para nominaciones a actores individuales, el barrido podría haber sido aún mayor.

Un año más los Spirit han vuelto a coincidir en muchas nominaciones con los Oscar. El de mejor actriz fue para Isabelle Huppert, la protagonista de Elle, que aseguró que «el buen cine siempre es independiente». Y el de mejor actor se lo llevó Casey Affleck, también nominado por la Academia de Hollywood por su trabajo en Manchester frente al mar, que hizo uno de los discursos más políticos de la fiesta en la playa. «Las políticas de esta Administración son abominables y no durarán», dijo. También el documental favorito en los Oscar, O.J. Made in America, fue elegido de los Independent, y Toni Erdmann ganó en mejor película internacional. Su directora, Maren Ade, se mostró feliz de representar a las mujeres directoras, aunque lamentando que esa combinación «aún no es lo suficientemente normal».

Los otros ganadores fueron Ben Foster y Molly Shannon por sus trabajos de reparto en Comanchería y Other people, respectivamente, y Robert Eggers, que con la cinta de terror The Witch se llevó los premios a ópera prima y mejor primer guion. El premio John Cassavetes, que reconoce proyectos realizados con menos de medio millón de dólares, fue a Spa night. Fue Andrew Ahn, el director de esta producción que aborda la historia de un joven queer hijo de coreanos, quien dejó uno de los discursos más relevantes. «Ahora más que nunca es importante apoyar historias que cuentan y tratan de comunidades marginalizadas», dijo. «Contamos historias de inmigrantes, de mujeres, de gente de color, trans y queer. El cine es una herramienta poderosa y humaniza a estas comunidades para que no puedan ser rechazadas, etiquetadas como el otro. Somos parte de este país y somos innegables».