Desde que Tiburón (1975) nos hizo creer que los escualos son máquinas de matar, incontables películas han remedado su premisa y tratado de reproducir su capacidad de impacto, ya fuera apostando por duelos visualmente austeros o bien avasallándonos con ruido y furia. Megalodón, en concreto, pretende dejar claro que las películas de criaturas marinas son mejores cuanto más grandes, pero sus 113 minutos acaban funcionando precisamente como una refutación de esa teoría.

La criatura del título, en efecto, es tan grande que hace al tiburón de Spielberg parecerse a Nemo. Desaparecido de la Tierra un par de millones de años atrás, la bestia emerge del fondo del océano gracias a la estupidez del hombre y, en concreto, la de un grupo de científicos. Cuando algunos de ellos quedan atrapados en lo más profundo del mar, entra en escena la única persona capaz de salvarlos. Jason Statham, cómo no.

Los sucesivos enfrentamientos entre el héroe y el monstruo son razonablemente demenciales; sin embargo, de nada de lo que sucede entre ellos puede decirse lo mismo, en buena medida porque en general el potencial amenazador de la criatura es limitado. Incluso cuando al acercarse al clímax la película parece asumir su propio potencial para escenificar el caos, se ve saboteada por su condición de cine para todos los públicos.

Hasta entonces, asimismo, Megalodón avanza morosa e incapaz de generar tensión, en parte porque el director interrumpe una y otra vez la acción para ofrecer inanes diálogos y en parte porque la mayoría de los personajes aún tienen colgada la etiqueta del almacén de saldos del que han salido. En todo caso, resultaría más fácil sentir algo cuando los vemos ser devorados si esas escenas ofrecieran más comicidad e inventiva. Cierto que en general la película demuestra ser plenamente consciente de su propia ridiculez. El problema es que solo una pequeña parte de los detalles que convierten esta película en puro trash son especialmente divertidos. Al final, Megalodón es suficientemente estúpida como para ser molesta pero no lo suficiente -o no de la forma adecuada— para ser hilarante. NANDO SALVÀ

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ACCIÓN

Megalodón

Jon Turteltaub