El fotógrafo Joan Colom falleció ayer a la edad de 96 años, y deja una destacada obra gráfica en la que ocupa un lugar especial la Barcelona más marginal, desde el barrio Chino, el Born y hasta el Somorrostro.

Premio Nacional de Fotografía (2002), Medalla de Oro al Mérito Cultural del Ayuntamiento de Barcelona (2003), Premio Nacional de Artes Visuales (2004) y Creu de Sant Jordi (2006) son algunos de los galardones que obtuvo este fotógrafo nacido en Barcelona en 1921 quien, tras estudiar contabilidad y trabajar como contable, fue un autodidacta de la fotografía.

En 1957, ingresó en la Agrupación Fotográfica de Cataluña y en 1960 participó en la creación del grupo artístico El Mussol.

Joan Colom se inició en la fotografía como aficionado a partir de 1958, influenciado por el sentido renovador que algunos jóvenes fotógrafos como Oriol Maspons, Miserachs o Masats, habían introducido en el reporterismo.

A finales de los años 50, hizo una serie de fotografías en el barrio chino barcelonés y con su primera exposición en la Sala Aixelá, en 1961, titulada de manera explícita El Carrer (La Calle), Colom se situó en un lugar central entre los fotógrafos españoles de su generación, al tiempo que le acompañó la polémica, especialmente en círculos sociales, políticos y religiosos.

Su trabajo llamó la atención del escritor Camilo José Cela para el libro Izas, rabizas y colipoterras, que editorial Lumen publicó en 1964. entrado en las prostitutas del Raval, el libro fue un éxito, pero también un escándalo, pues a causa de una demanda por parte de una de las mujeres fotografiadas, Colom se retiró de la fotografía hasta después de su jubilación.

En diciembre de 2013, el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) organizó una gran exposición retrospectiva de la obra de Colom bajo el nombre Yo hago la calle, en la que reunió más de 500 de sus fotografías. Uno de los comisarios de la muestra, Jorge Ribalta, destacó entonces la gran «espontaneidad de sus retratos», que realizaba clandestinamente con la cámara medio escondida en la mano, y por su habilidad para representar a ese «hombre y mujer de la calle», algo que él llevaba «al extremo».

Las obras de la primera etapa de Joan Colom, realizadas entre 1957 y 1964, retratan la Barcelona más marginal y las protagonizan prostitutas y marineros, entre otros.

De su trabajo realizado entre 1977 y 2010, destaca la cara oscura de la capital olímpica y la incorporación del color a su obra, que, sin embargo, alterna con el blanco y negro.

Aunque estuvo pocos años en activo, le permitieron a Joan Colom formar parte de la Nueva Vanguardia, la generación de fotógrafos españoles que en la segunda mitad de los 50 renovaron el lenguaje fotográfico, y ser, a juicio del gran crítico de esa generación, Josep Maria Casademont, «el mejor reportero gráfico de todos los tiempos en España».