Tenaz, intensa, temperamental, luchadora, feminista, valiente, entusiasta, un torbellino de energía, excesiva, intelectual». Estos son alguno de los calificativos con los que los amigos y compañeros de Pilar Laveaga definieron a la actriz (aunque tocó todos los palos teatrales), que falleció el viernes en la residencia del barrio de Torrero en la que llevaba varios años ingresada. Hoy se celebrará una misa en su recuerdo, a las 20.00 horas, en la parroquia de San Francisco de Asís (Avda. América, 8-10)

Nacida en 1945 en Logroño, estudió Filosofía y Letras en Madrid, y a mediados de los 60 se instaló en la capital aragonesa, ciudad en la que fundó junto a Javier y Mariano Anós Teatro de la Ribera, empresa «que se echó a las espaldas» y la mantuvo «con todo su tesón», recordó ayer uno de sus compañeros, Paco Ortega. De hecho, en la compañía trabajó como actriz, directora, escenógrafa, diseñadora y dramaturga, siempre otorgando especial interés a las relaciones humanas y sobre todo a las mujeres.

MÁS DE 35 MONTAJES / En sus más de 30 años de trayectoria, Teatro de la Ribera realizó más de 35 montajes, más de 6.000 representaciones y tuvo más de dos millones de espectadores en todo el mundo, ya que fue una de las compañías aragonesas que primero viajo a México, Cuba, Francia, Grecia, Argentina, Alemania, Jordania, Marruecos o Estados Unidos. Entre sus montajes, destacan Desencuentros, de varios autores; Bodas de sangre, de Lorca; El círculo de tiza, de Bretch; La plaza, de Goldoni; Amargo, de Lorca; Las burlas de las mujeres, sobre textos de Lope de Vega, Cervantes y otros; El amante militar, de Carlo Goldoni; Juguemos al Calderón, sobre textos de Calderón; Lisístrata, de Aristófanes; Trifulca en Venecia, de Carlo Goldoni; y la última, en 2007, Matando horas, de Rodrigo García.

No por esperado (llevaba varios años recluida en una residencia) ha sido menos doloroso, reconocían ayer sus amigos. Mariano Anós, uno de esos aventureros (y durante años compañero) con los que fundó La Ribera estaba «sin palabras», aunque reconocía que «fue muy importante para el teatro en Aragón y España»; para añadir después: «Fue una mujer con mucha energía y dedicación a su oficio».

Paco Ortega se unió poco después a la compañía. Define a Laveaga como «excesiva, intensa, tanto en lo positivo, en lo luchadora, pero también en los errores». Además, desde siempre se declaró «abiertamente feminista, cuando no lo decía nadie». Sin embargo, también hacía autocrítica. «Ha muerto sola. Las últimas veces que la fui a ver ya estaba muerta intelectualmente, pero también me refiero a la soledad del teatro que ella contribuyó a crear; esa es la soledad que me da rabia».

HOMENAJE de la ciudad / Ortega fue uno de los impulsores de un homenaje que nunca se celebró y «no sé por qué». Ayer, el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, Fernando Rivarés, adelantó que, junto con las asociaciones teatrales Ares y Asemtar, y el Sindicato de Actores y Actrices de Aragón, le van a preparar un homenaje en la ciudad. Y Arantza Gracia, responsable de Educación e Inclusión, dijo que un

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