Ni quinielas ni nervios. Ni planes de futuro ni repaso a la cosecha de la temporada. Este año, todas las conversaciones en la entrada a la gala de los Goya convergían en la misma cuestión: la reclamación del derecho de las mujeres a competir con los hombres en igualdad de condiciones, tanto en el cine como en la vida. En la alfombra hubo menos abanicos reivindicativos de los anunciados -la asociación de mujeres cineastas CIMA había preparado 2.000 accesorios portando el lema #masmujeres-, pero la causa feminista puso tono y argumento al desfile de bienvenida.

«Vengo vestido así para que me preguntéis por mi look y no a ellas, como ocurre siempre», dejó caer socarrón el actor Brays Efe antes de transmutarse en Paquita Salas, su personaje en la ficción, en la entrega de premios. A ambos lados de la alfombra, entre la prensa y la organización, abundaban los trajes reivindicativos del diseñador Ernesto Artillo, decorados con trazos de figuras femeninas. Además se hablaba de tantos por cientos y datos hirientes para poner colorada a la profesión. «Yo no soy un porcentaje ni lo quiero ser, pero las cuotas son necesarias para acabar con la desigualdad», recordó Mabel Lozano.

Vestida de negro con un enjambre de mariposas blancas de plástico sobre el hombro, Isabel Coixet llegó como un tablón de anuncios: en su bolso se leía Women of the world, unite! (Mujeres del mundo, uníos), en una mano portaba el abanico reivindicativo y en la otra una pulsera con las letras +mujeres. «De la ropa interior no hablo, pero si me llevo dos Goyas prometo venir el año próximo en pijama», avisó.

Capitana de la causa feminista, Leticia Dolera dijo: «Ese orden natural que decía que las mujeres fregamos mejor y nos merecemos menos que los hombres no es natural, a ver si nos enteramos». Con paciencia de maestra de preescolar, la actriz repitió cifras y reivindicaciones por todos los corrillos. ¿Algún mensaje en la vestimenta? «Sí. Hay que conquistar el zapato plano», respondió señalando sus bailarinas.

Ellos también

Las mujeres no fueron las únicas que pusieron en el cielo el grito de la igualdad. «Hay que empezar a multar a los empresarios que paguen menos a ellas que a ellos», propuso Javier Bardem. «La brecha salarial me ofende como ciudadano», reconoció Santiago Segura. Javier Ambrossi y Javier Calvo, los Javis, no pedían igualdad sino ir más allá: «No entendemos que las mujeres no gobiernen el mundo. ¡Solo nos interesan sus historias! ¿Qué diablos pintamos aquí los hombres?», planteaban.

Si Rajoy no se ha enterado aún de la urgencia de este lío, pueden llevarle el recado Pedro Sánchez, Albert Rivera, Pablo Iglesias, Alberto Garzón y Pablo Echenique, presentes en la gala y unidos en la entrada al unánime clamor por la igualdad. Con todo, la causa feminista no logró evitar que la verdadera reina del desfile fuera una recién llegada a este tipo de saraos que ya está de vuelta: Julia, la madre del actor Gustavo Salmerón. «Llevo ensayando en casa desde Navidad», confesó. ¿Y el feminismo? «Mujeres, adelante, a triunfar. Si yo lo he conseguido a estas alturas de mi vida, vosotras también podéis», proclamó.