Pentti Sammallahti es uno de los fotógrafos finlandeses más reconocidos. Ahora, a través de 114 imágenes de pequeño formato tomadas entre los años 1973 y 2010, se puede descubrir cómo es el mundo que ha visto. Desde los países nórdicos a Rusia, pasando por Ucrania, Estonia, Rumanía, Bulgaria, Portugal, Estados Unidos, Marruecos, Etiopía y una de España. Y todo, hasta el 27 de mayo, sin salir del Museo Pablo Serrano zaragozano, donde se puede ver la muestra Au bord du monde, producida por el Centro Andaluz de la Fotografía.

A Sammallahti le gustan los paisajes, pero no de una forma convencional, sino contemplativa, tierna, lírica, emocionante, "donde la naturaleza juega un papel primordial, donde la forma de una nube, la inmensidad del mar o la inclinación de una rama dominan el discurso", asegura el comisario Alain D'Hooghe; y al mismo tiempo busca captar ese instante decisivo.

Au bord du monde recoge "las mejores fotografías de Pennti", asegura, esas que muestran "la síntesis del sentimiento de su trabajo"; un trabajo que realiza de forma manual, sin máquinas, sin retoques porque el autor solo necesita "una cámara, un carrete y una lata de sardinas". Y es que, al ver la exposición, uno se da cuenta de que los perros aparecen en muchas de ellas. "Siempre fotografía animales y en cualquier país si abres una lata de sardinas, a los 15 minutos siempre aparecen los perros", explica el comisario; algo que corrobora el autor, quien reconoce que dan una perspectiva del horizonte.

No hay una distribución temática, sino más bien temporal; en un lado el invierno, en otra el verano. En las imágenes, los paisajes y pobladores vagan sin rumbo, las casas parecen a punto de desmoronarse y un animal (un perro, casi siempre) que deambula con la mirada perdida. El hombre aparece en pocas fotografías pese a que todas ellas hablan de la condición humana.

Todas las piezas expuestas son en blanco y negro, "porque ofrece más posibilidades que el color", asegura Sammallahti, salvo dos, una tomada en Bulgaria y otra en Rumanía. ¿Por qué? "Porque se me acabaron los carretes de blanco y negro".

Sammallahti destaca las tomadas en Rusia, a finales de los 80 cuando viajó a Siberia, una vez que les permitió la entrada Gorbachov. "Fue un shock ver que todo el dinero se gastaba en armas y allí la gente no tenía nada, estaban tristes", asegura.

O aquella que tomó en Cilento (Italia), en 1999, que parece un "paisaje renacentista", casi pintado con pincel; un espacio de fábula, en medio de un bosque, donde un perro pasea y se refleja en el agua. Es, el mundo de este fotógrafo finlandés que sigue viajando para encontrar su particular bord du monde.