El roscón, los cabezudos y el Tragachicos no fueron las únicas ofertas que la festividad de San Valero ofreció a los zaragozanos, ya que los museos munipales celebraron una jornada de entrada gratuita que se cerró con excelentes resultados de asistencia. Ya solo por la mañana, los cuatro museos de la ruta Cesaraugusta, el Palacio de Montemuzo, el Museo Pablo Gargallo, la Lonja y el Centro de Arte y Tecnología Etopia, habían aglutinado a un total de 6.300 visitantes, una cifra que a las 21.00 horas de ayer, a falta del cierre de algunas salas, había quedado casi duplicada con 12.029 visitantes.

Por la Lonja pasaron 3.755 personas; por el Pablo Gargallo, 2.150; por el Museo del Teatro, 1.818; y por el Foro, 1.150, por poner ejemplos. Una jornada que dejó largas colas en algunos museos, como La Lonja o el Museo del Puerto Fluvial, donde llegaron a registrarse tiempos de espera de hasta veinte minutos para acceder a sus instalaciones. «Podemos entrar aquí cualquier día de año de manera gratuita y hemos venido hoy y nos ha tocado esperar», explicaba Paquita Giménez, que acudió por la tarde a la Lonja acompañada de su marido para ver la exposición Paseando la mirada. «No es solo por el precio, que por ejemplo aquí es gratis todos los días, sino que por lo que sea en San Valero la gente se anima más a ver museos, que falta nos hace», señalaba.

San Valero fue además una cita ideal para las familias, que aprovechando el ambiente distendido provocado por la entrada gratuita no dudaron en realizar visitas culturales con los niños. Fue el caso de Beatriz Pecó que asistió al Museo del Teatro Romano con sus dos hijos, Rubén y Hugo. «Estamos aprovechando el día de San Valero para que los niños puedan ver los museos de Zaragoza, más que nada porque ahora es mas libre, los niños no molestan tanto, mientras que si tienes que pagar por entrar el ambiente es otro, ahora pueden entrar y salir cuando quieras y hay muchos más niños», explicaba.

Igual que Leticia Sopena, Rita Monreal y Eva María Sánchez, tres amigas que decidieron hacer un recorrido turístico por el Museo Pablo Gargallo acompañadas por sus hijos e hijas, que ya habían estado previamente en el museo durante visitas escolares. Los niños coincidieron unánimemente, lo que más les gusto fueron las «estatuas a las que les faltaban los brazos y las piernas».