Intérprete, arreglista, compositor, productor, pero sobre todo, "maestro de un gran número de músicos aragoneses", Héctor Coco Fernández, uruguayo afincado en Zaragoza desde 1992, falleció de forma repentina en la noche del pasado domingo con 49 años, dejando "un vacío irreparable" en la escena musical de la comunidad, en palabras de Gabriel Sopeña, uno de los muchos músicos con los que colaboró.

Coco Fernández sufrió un paro cardiaco a las 11 de la noche en su domicilio de Movera y cayó fulminado. Hace unas semanas se había sometido a un transplante de riñón "y todo había ido bien", cuenta el también músico y amigo Luis Giménez, profesor del Conservatorio Superior de Música de Navarra, por lo que el fallecimiento, cuyas causas no trascendieron, pudo estar relacionado con la intervención. El músico será incinerado hoy en un acto íntimo, pues por expreso deseo de la familia no habrá ningún tipo de ceremonia. Tenía dos hijos, Mateo, de 7 años y Leonardo, de dos, con su mujer Azucena.

TRAYECTORIA INTENSA

Aunque era conocido como teclista de sus formaciones, la trayectoria de Coco Fernández es intensa y variada y ha marcado la vida musical de la ciudad en estas décadas, pues su amplio repertorio incluye, además de sus propias canciones, composiciones de obras instrumentales y bandas sonoras, entre las que destacan Noches de amor efímero de Teatro Imaginario (1996); Estamos rodeados, de Nasu Teatro (1998); Al abordaje de Nasu Teatro (2000); La espera de ABC Danza (2002); Las ciudades y el cielo de ABC Danza (2004); Salomón, música original para cortometraje de Ignacio Lasierra (2007) o The Golden Piano, música para cortometraje de José Manuel Fandos (2008). Con su formación jazzística Coco Fernández & Company editó dos discos En la madrugada (1994) y La cabeza sonando (2008).

Además, ha formado a reconocidos intérpretes de la comunidad, trabajando con una gran variedad de artistas entre los que se encuentran Mariana Ingold-Osvaldo Fattoruso (Uruguay); Laura Canoura (Uruguay); Gladston Galliza (Brasil); Richard Loza (Nicaragua); San Martín Trío (Uruguay-España); y en Aragón, Carmen París, Especialistas; Willy Jiménez y Chanela, David Angulo, Gabriel Sopeña, Santi Comet y María Confussion, entre otros.

INFLUENCIA

La noticia de su muerte cayó ayer como un jarro de agua fría en el mundo musical de Zaragoza, que reconocía en él a "una de las personas que más han influido y han ayudado a elevar el nivel musical de la ciudad", según el bajista de jazz Chus Fernández.

Pero sin duda, una de las personas más afectadas por el deceso era Carmen París, quien fuera pareja no solo artística sino también sentimental de Coco Fernández, con quien estuvo casada varios años. "Aunque nos separamos hace tiempo siempre estábamos en contacto; me llevaba muy bien con él y con Azucena y en lo profesional seguíamos colaborando, como el año pasado cuando recuperamos Carmen Lanuit o siempre que necesitaba un buen pianista", cuenta muy afectada la cantante desde Suecia, donde se encuentra realizando una gira de ocho conciertos junto al grupo Zoobazar.

El pesar era evidente en su voz, y haciendo esfuerzos para hablar recordaba a Fernández como "una persona con la que fui feliz, aunque la relación luego se acabara, y que me enseñó muchísimo, pues fue fundamental para mí en la forma de ver y entender la música y lo que era la fusión". También lo recuerda como "un hombre reservado y con un peculiar sentido del humor y un excelente maestro, pues no todos los grandes músicos saben transmitir sus conocimientos", concluyó.

MÚSICO VERSÁTIL

En la misma línea se manifestaba Luis Giménez, quien destacaba la faceta didáctica de Fernández y su versatilidad y conocimientos: "Era un músico con una intuición increíble y una versatilidad pasmosa, que no solo hizo jazz, sino que trabajó con grupos de rock, de pop, dando a todos ellos un toque de calidad, bien como arreglista o como productor, pues sus conocimientos de cuestiones técnicas para la grabación de instrumentos eran enormes. Creo que por su casa hemos pasado la mayoría de músicos de esta ciudad y no solo pianistas, pues llegaba a hacer hasta talleres de percusión", cuenta Giménez, quien asegura que "no solo en lo musical, también como persona era alguien que siempre te enriquecía y te hacía aprender cosas".

Y Gabriel Sopeña, consternado por la noticia, calificaba a Coco Fernández como "un músico estratosférico, uno de los mejores que he conocido en mi vida, de categoría mundial y no sé qué hacía en Zaragoza; es una de esas personas con las que ni un minuto de mi vida he dejado de aprender de él".