Quédate este día y esta noche conmigo es la última novela de la madrileña Belén Gopegui, que ayer participó en el ciclo Escritoras españolas de la Diputación Provincial de Zaragoza en una doble sesión en La Puebla de Alfindén y la capital aragonesa.

-Habitualmente sus novelas están muy pegadas a la actualidad, pero esta no.

-En realidad, escribo diferentes tipos de novelas. La idea surge del sentido de por qué hacemos las cosas, que es algo de lo que ya parece que no se puede hablar... Quería tomar a dos personajes que estuvieran preocupados por eso.

-De hecho es una conversación entre dos personas. No sé si ese era el formato buscado.

-Lo bueno de las novelas es que puedes adoptar cualquier tipo de estructura. No es un género que esté obligado a respetar una convención muy estricta. Si hacemos siempre las novelas, tal y como los guiones de las películas, que el punto de giro está en el minuto 20... todo acaba siendo previsible y en este momento que necesitamos formas nuevas de ver la realidad.

-Olga y Mateo son los protagonistas. Ella es una matemática de más de 60 años; y él un joven al que le interesan los robots. ¿Qué le interesaba de unir dos personas y dos personalidades tan diferentes?

-En el caso de Olga porque, desde el punto de vista personal y biográfico, he aprendido mucho de algunas mujeres mayores y al mismo tiempo no las he encontrado casi nunca en la literatura. Y Mateo es un personaje que ya he abordado, joven, vehemente, que no se resigna a como son las cosas, pero nunca lo he tratado contrastando su punto de vista con alguien muy distinto; y pensaba que de esa unión podía aparecer un tipo de conocimiento diferente.

-La edad también es importante por caracterísiticas del cuerpo, por enfermedad...

-Había un crítico que decía que podía haber escrito un diálogo platónico, y hubiera sido diferente, porque lo que tiene una novela es que te dice en qué punto están los personajes, en qué casa viven, qué miedos tienen, qué deseos...

-El libro está dedicado a Carmen Martín Gaite e incluye muchas referencias literarias, musicales... ¿Es también un homenaje a esas personas que le han aportado algo?

-Más en el caso de Olga, que por su edad ha podido leer más y esto es algo que a veces se considera como un añadido pero forma parte de nuestra vida, igual que cuando pasan unos años un personaje puede tener, no sé, una casa, un tipo de ropa en el armario, también tiene un tipo de lectura. ¿Por qué normalmente se da permiso a los novelistas para que se explayen sobre la ropa que hay en el armario de los personajes pero no pueden hablar de las ideas que hay en su cabeza? Yo pienso que el pensamiento también es narrativo.

-Además de Olga y Mateo hay un tercer personaje, Google, al que van a enviar una solicitud de trabajo.

-Sí, recuerdo que hace unos años, se comentaba que en las novelas salía poco la televisión, y ahora pasa un poco lo mismo. Estamos con Google diez horas al día pero en las novelas apenas aparece; y yo pienso que además de la presencia cotidiana, Google está modelando la realidad y haciendo que aparezcan unas cosas y también impidiendo que aparezcan otras.

-¿Es una crítica a esa información que le damos sin darnos cuenta?

-Sí porque nadie debería hacerse rico con nuestros datos, que forman parte de nuestra vida, es como el aire o el agua, deberían ser comunes. No está bien que el agua pertenezca a nadie, otra cosa será su gestión. Que alguien tenga derecho de sacar partido de cómo se ha levantado una persona por la mañana, de lo que ha hecho, sus recuerdos, sus amigos... es absurdo, es síntoma de que vivimos en el capitalismo.

-¿Qué importancia le da al mérito?

-Para mí es una idea peligrosa, ya que a partir de ella se acaba pensando que los afortunados merecen lo que tienen y por lo tanto los desafortunados también su infortunio y creo que no es así. Es importante separar el mérito del esfuerzo. El mérito parece que solo vale la pena para estar arriba, si no te lo van a valorar, no importa. Podríamos vivir sin el mérito perfectamente y la sociedad sería más justa.

-¿Estamos humanizando a las máquinas?

-Si eso ocurriera, no me parecería mal porque entiendo que deberíamos ser capaces de crear máquinas que tuvieran nuestras cualidades pero no las malas. Y otra vez aparece el poder de Google y de empresas como Google que tienen capacidad para investigar pero no lo hacen para mejorar la realidad sino para sacar beneficio. Me parecería bien que se crearan robots que fueran buenas personas por decirlo de alguna manera.

-Y frente a eso, seres humanos que nos comportamos como máquinas.

-En realidad, yo no pienso que haya algo indestructible en los seres humanos, lo importante es cómo se comporta cada ser humano y si esto lo podrían adoptar las máquinas.

-Mateo y Olga dialogan mucho y discuten. ¿Hace falta más diálogo?

-Sí. A mí el diálogo me gusta mucho. Dentro de las novelas me parece un recurso muy poderoso. Y también dentro de la vida, pero para dialogar hace falta unas condiciones que lo hagan posible. Es difícil que un jefe dialogue con su empleado y más difícil que el empleado dialogue con su jefe, eso es otro tipo de relación. En el diálogo debe haber cierta libertad por ambas partes.

-Ayer se encontró con sus lectores zaragozanos. ¿Qué le aportan estos encuentros?

-Yo aprendo mucho de esos encuentros porque a veces hay la posibilidad de que alguien te cuente su lectura y tampoco hay muchos sitios ya que siempre suele ser haber una mediación. Pero cuando aparece alguien y te cuenta lo que ha leído, qué le ha gustado, qué le ha resultado extraño... para mí es muy útil.