El hiperrealismo onírico es el estilo que define la pintura de Georges Ward, artista zaragozano que expone su pasión por la naturaleza a través de Life system. El autor quiere "sensibilizar a la gente con la belleza animal y vegetal" y, sobre todo, "que la gente se sienta parte de ella". Ward realizó ayer una demostración de pintura en directo a un grupo de personas que visitaron esta exposición ubicada en la sala CAI Luzán.

La obra, empezada pero a falta de un retoque final, lleva como título El pasajero de lo eterno y está cargada de un contenido simbólico. El cuadro, que es el único en la muestra hecho a partir de la técnica de acrílico sobre lino, contiene tres elementos de la naturaleza que contribuyen a explicar su significado: una pluma de búho nival, que representa la humanidad, una mariposa endémica de los Monegros y un cardo seco, "que se usaba antiguamente en el Prepirineo para ahuyentar a los malos espíritus", explica el autor.

PASAJEROS EN LA VIDA La intención de esta obra es reflejar que "nosotros somos pasajeros y lo eterno sería nuestro planeta, es nuestro paso por la vida". Life system se compone de 20 obras, todas ellas trabajadas en la técnica del acrílico sobre material ecológico como los tableros de DM, hecho con un conglomerado de diferentes componentes. La exposición da cobijo a los ecos de la materia porque viene acompañada de sonidos de la misma naturaleza (grillos, cigarras) que pueden ayudar al visitante a desplazarse a ese entorno que se refleja en los cuadros. Además fuera de las obras el autor ha representado trampantojos con forma de insectos que forman parte de la atmósfera de la muestra, "como seres escapados del cuadro", que además suponen "un arte efímero", pues cuando finalice la exposición (el día 22 de mayo) desaparecerán.

REPRESENTACIÓN FIDEDIGNA En cuanto al onirismo en su pintura, el autor reconoce que es la base: "Hay una representación fidedigna de los insectos y las plantas pero la interrelación de estos organismos hace que se establezcan varios focos de luz. Como si los cuerpos desprendieran su propia luz". Natura es la otra protagonista de la muestra, una obra "alquimista". "En ella podemos contemplar geometría, matemáticas, ciencia y arte", dice. Este cuadro bebe de un viaje a Ibiza que hizo el pintor y de la visión de La adoración del Cordero Místico, de Jan van Eyck. En él aparecen 450 especies animales y vegetales perfectamente retratadas pues Ward estudia minuciosamente la naturaleza, lo que exige un trabajo de documentación muy extenso.

Su naturaleza recuerda a la de Henri Rousseau, que ponía la vista en los animales salvajes y en la selva, y confiesa que supone una influencia junto a los artistas prerrafaelistas, entre otros. El color es algo vivo en su obra, presente en la existencia y que llama la atención en sus cuadros, pese a que reconoce que los que están más cargados de simbolismo son más apagados.