La historia de nuestra sociedad resumida en la historia de una tragedia. Tigres de cristal relata la vida de dos jóvenes que en los años 70 cometieron el error de tomarse la justicia por su mano y de como, cuarenta años después, conviven con la culpa, aunque cada uno de manera muy diferente. El barcelonés Toni Hill es el autor de esta novela de la que, como de toda buena historia, cuesta hablar de ella sin desgranar sus entresijos. Tigres de cristal es la historia de las víctimas que se convierten en verdugos, la historia de como hay ocasiones en las que no es tan sencillo determinar qué es el bien y qué el mal.

-Su novela está repleta de sucesos horribles, pero tienen su origen en una historia real, ¿no?

-Sí. El germen de este libro es una historia que me tuvo fascinado, aunque no en el buen sentido, obviamente. Ocurrió en los 90, cuando dos niños ingleses de diez años secuestraron a uno de dos y lo torturaron hasta la muerte. El niño se llamaba James Bulguer, me acordaré toda la vida.

-En su libro ocurre un suceso similar, pero es más complicado determinar quién es el malo.

-Ese es el juego. Para el lector va a ser muy difícil posicionarse a favor o en contra de unos o de otros. Es lo que pretendía. No es una novela que juega con quién hizo qué, ese no es el misterio. El misterio es saber cómo alguien puede vivir con la carga de haber cometido un error irreparable.

-¿Por qué nos llaman la atención estos relatos tan truculentos?

-Los hechos relacionados con niños siempre llaman la atención porque no nos atrevemos a pensar que existe la maldad infantil.

-El acoso es uno de los temas que articulan la trama. ¿Qué de autobiográfico tiene su relato?

-A mí no me hicieron bulling de una forma tan brutal como aparece en el libro, pero sí que me acuerdo de tener miedo a salir al recreo porque siempre me lo amargaban.

-¿Pretende su libro enseñar además de entretener?

-Que cada uno haga lo que quiera, esto es una historia de ficción. Pero sí que me gustaría que la gente que lea el libro se tome la molestia de pensar en qué postura estuvieron frente a situaciones de acoso. Todos hemos estado en todas. Todos hemos pasado de ser acosados a acosar (o hemos mirado hacia otro lado) por el simple hecho de que nos dejen en paz.

- Sus personajes tienen personalidades muy complejas. ¿Cómo las construye?

-Lo que intento es que los personajes sean únicos y que no estén al servicio de la trama. Odio los personajes construidos para que pasen cosas. Me gusta que mis novelas se dispersen, vayan y vuelvan.

-El barrio, Ciudad Satélite, es otro de los personajes importantes del relato.

-Yo viví al lado de este barrio, y creo que es un lugar que relata muy bien el espíritu de los 70 y el de ahora. En los 70 toda esta gente se unió para conseguir cosas básicas, como colegios o centros de salud. Sin embargo, ahora, la conciencia de clase ha desaparecido. Ya no se actúa en bloque, cada uno mira mucho más por lo suyo.

-Esta es una novela protagonizada por hombres pero en la que van surgiendo con fuerza protagonistas femeninas.

-En un primer lugar no lo hice de forma consciente, pero después pensé que tenía su gracia simbólica. Una novela que comienza protagonizada por niños en los 70 acaba estando protagonizada por mujeres en el siglo XXI.

-¿Cuál es el mensaje que pretende difundir con esta historia?

-Estos personajes acaban asumiendo, unos más que otros, que esos pactos que se hicieron en los años 70 hay que revisarlos hoy en día. En su caso se trata de un problema personal, pero creo que el paralelismo es claro. Hay cosas que perduran desde los 70 que no entiendo. Supongo que, como en la novela, en aquel momento se llegó a un pacto que parecía el mejor, pero 40 años después creo que no pasa nada por pensar diferente.