Hace años que su nombre suena internacionalmente y que su obra se cotiza alto, tanto, que en el 2015 se convirtió en la artista española más valorada, tras Miquel Barceló y Juan Muñoz. Entrar en el ranking le dio cierta popularidad en España, ahora presenta su primera retrospectiva en el país: en el Espai Volart de Barcelona hasta el 27 de mayo. Es la artista plástica Lita Cabellut (Sariñena, 1961).

-Es la artista española más reconocida internacionalmente y en España apenas se la conoce, ¿le duele?

-Si no eres visible, si no tienes una voz, si no tienes donde mostrarte, no te pueden ver. El no reconocimiento simplemente es porque no era visible. No hay nada que reprochar.

-Pero hay artistas masculinos con menos valoración que no han sufrido este olvido. ¿Ha influido su condición de mujer?

-Siempre ha habido un punto de machismo en el mundo del arte. Lo vivimos constantemente todas las profesionales: La mujer tiene que andar más rápido, caminar más firme y gritar más alto.

-¿Qué pinta Lita Cabellut?

-Lita Cabellut pinta retratos. Y Lita Cabellut pinta su historia, su vida, sus sentimientos, sus pasiones, sus delirios. Lita Cabellut pinta a través de un retrato anónimo su propio retrato. Sería muy prepotente y arrogante pintar algo que no conozco.

-Todos los retratos tienen un punto grotesco, kitsch, incluso doloroso.

-No creo que sea más grotesca que la propia vida. La vida es muy contradictoria tiene momentos de color rosa y de negro profundo. Y mis retratos son una galería de sentimientos. La vida no es constante, está llena de momentos grotescos, momentos intensos, momentos espirituales... Intento acercarme a la vida con la honestidad de mi experiencia.

-¿Por qué utiliza siempre el gran formato y agrieta las telas?

-Es mi técnica, el lenguaje en el cual me puedo expresar. Es mi manera de poner puntos, comas y tildes. Mis retratos siempre cuentan una historia, son poemas visuales. No me interesa pintar un retrato, lo que me interesa es la historia que el retrato cuenta.

-Se está abriendo a nuevos formatos? Lo digo por su colaboración con la Fura dels Baus.

-Fue brutal. El lienzo se me iba quedando pequeño, y de repente apareció Carlus Padrissa, un león con voz de pájaro y con una personalidad arrolladora. Yo también soy un león. Pero nos convertimos en dos gaviotas que volaban en armonía. Vamos a seguir trabajando juntos.

-Retrocedamos, su vocación se despertó frente a Las tres gracias de Rubens. ¿Qué vio?

-Era pura emoción, descubrir un nuevo mundo. Lo que vi fueron tres mujeres felices, sin vergüenza, confortables con su desnudez. Pensé que quería estar en ese mundo, en esa tela, con ellas.

-Tiene un profundo conocimiento de los clásicos españoles y flamencos. ¿Algún preferido?

-Goya y sus pinturas negras. Fue un hombre muy comprometido con la sociedad y con su momento histórico. Y adoro a Vermeer, por su delicadeza, su silencio, por ese dolor convertido en amarillos y azules.

-También siente admiración por un músico, Camarón de la Isla.

-Lo escucho cuando trabajo. Es muy bestia. Me ayuda a ir directamente al nivel emocional que necesito porque arrolla y remueve. Te lleva hacia abajo, hacia la nada, hacia la magia, hacia ese punto donde aparecen cosas inesperadas.

-No le he preguntado por tu infancia, ¿lo agradece?

-Para mí es muy importante que se reconozca a Lita Cabellut mujer, a Lita Cabellut pintora, a Lita Cabellut como persona comprometida. Y se olvide a la niña de la calle.