Antes de su personaje en Instinto básico, Sharon Stone había pasado algo desapercibida, si exceptuamos un trabajo anterior con el director Paul Verhoeven: Desafío total. «Es curioso -declaró a Mirror hace unos años-, pero nunca supe que era sexi o podía ser guapa hasta que vi Instinto básico y me chocó ver lo guapa que me sacaron».

En vista de la resonancia adquirida con aquella película, ella misma se prestó a continuar explorando su lado sexual en Sliver (Acosada) o después, con Silvester Stallone, El profesional. Decisiones que parecían dar la razón a quienes creían que su estrellato era producto de la imagen antes que del talento. Scorsese vino a desmentir esa idea sacando lo mejor de Stone en una obra maestra: Casino.

Otros intentos de Stone de demostrar que no era solo físico fueron menos afortunados, así en el terreno dramático (Condenada) como en el cómico (La musa, del por otro lado casi siempre brillante Albert Brooks). Mientras su carrera hacía aguas, buscaba refugio en la religión: primero la Cienciología y después el budismo, esta, según se dice, de la mano de Richard Gere.

Esta vía, al parecer, la alcanzó tras superar una hemorragia cerebral casi fatal en el 2001. Se recuperó en parte gracias a la medicación y en parte, según parece, la sanación espiritual. No escogió el mejor título para regresar (Catwoman), pero después hizo películas independientes interesantes como Flores rotas y Bobby. La tentación de un buen talón le llevó a aceptar Instinto básico 2. Adicción al riesgo, sin Douglas y sin éxito.

A principios de esta década compartía cartel de nuevo con Woody Allen en Aprendiz de gigoló. El director fue quien le había ofrecido, en 1980, su primer papel de cine: la «chica guapa en el tren» de Recuerdos. Han seguido muchos papeles secundarios, en películas poco vistas, y una serie de televisión como Agent X. Pero aún hay esperanza para su carrera. Está en el cartel de The disaster artist, dirigida y protagonizada por James Franco sobre el rodaje de uno de los peores filmes de la historia: The room.

FANTASÍA Y REALIDAD / Todo podría ir bien, sobre todo si Stone, ahora que parece dedicarse más a sus hijos adoptados que a las películas, se mantiene alejada de su tendencia a la declaración dudosa. A finales de la década pasada, todas sus labores humanitarias se olvidaron de golpe cuando declaró que el terremoto de Sichuan podía ser una cuestión de «karma» por cómo los chinos trataban a los tibetanos. Algunas cadenas de cine de China prohibieron sus películas y Christian Dior retiró del país sus anuncios con la actriz.

Hace tiempo también que no trata de hacerse pasar por dueña de un coeficiente de 154 puntos y miembro de la MENSA (la asociación internacional de superdotados), algo que aseguró sin ser cierto.