Tras varias décadas de altos y bajos, Frank Langella, uno de los mejores Dráculas de la historia, se estableció como infalible actor de carácter. Hoy recoge en Sitges un merecido Gran Premio Honorífico.

-Ha dicho que la mayoría de actores empiezan en el oficio porque son personas inseguras, y después, con el tiempo, se vuelven arrogantes. ¿Se incluye en el lote?

-Sí. Si la arrogancia es la cara de una moneda, en la otra cara está la inseguridad más profunda. Es el caso de casi todos los actores que conozco. Compensas en exceso tu inseguridad, tu baja autoestima o tu culpa con la arrogancia.

-Drácula es un personaje arrogante, pero usted quiso humanizarlo en la versión de John Badham de 1979.

-Lo veía como un personaje solitario, incomprendido… Un hombre épicamente trágico que arrastraba la necesidad de chupar sangre para vivir, y que tendría que hacer lo que fuera para conseguirla.

-Con el tiempo, esta adaptación ha adquirido un aura de culto. En su momento no fue bien recibida.

-Ni siquiera a mí me gustaba… Cuando la vi por primera vez, pensé que Badham había errado el tiro.

-El año pasado tuvimos a Dolph Lundgren, el He-Man del cine, en Sitges. Este año nos visita usted, es decir, Skeletor.

-Si hice Masters del Universo fue, sobre todo, por mi hijo.

-¿Cómo fue trabajar en esa película con los productores de Cannon? ¿Eran Golan y Globus unos personajes tan pintorescos?

-Trabajar con ellos fue un horror absoluto. Reunían todos los clichés de los matones europeos que tratan de sacarte todo lo que pueden a cambio de nada.

-Usted ha trabajado en películas producidas por Harvey Weinstein. ¿Qué tiene que decir sobre los acosos destapados?

-Es muy sencillo: nadie debería forzar a nadie a hacer algo que no quiere hacer. No importa si eres presidente de un estudio o si cortas pescado en una lonja.

-En los 80 y 90 tuvo algunos problemas para dar con proyectos resonantes. ¿Cuándo supo que el renacimiento era posible?

-Mi carrera ha sido como una obra de Chéjov. Ha ido en todas direcciones: arriba, abajo, más allá, fuera y vuelta a empezar. Después de Drácula pasé por una mala época.

-Últimamente ha brillado en televisión en The americans. Su personaje, Gabriel, ha dejado América, pero ¿también la serie? ¿O volveremos a saber de él?

-No, no, Gabriel se acabó. A menudo estas decisiones se toman por razones que nadie entiende. Pero estoy orgulloso.

-Ha de estarlo; es una de las mejores series actuales.

-Eso dicen, pero yo no la he visto nunca.

-¿Y cómo es eso?

-No suelo ver las cosas que hago. Conforme vas creciendo, te das cuenta de algo: el proceso es mucho más excitante e interesante que el resultado. Porque el resultado nunca es exactamente lo que tenías en mente. Sobre el resultado, es mejor que opinen otros.