La vida de William Shakespeare, siempre a caballo entre el mito y la leyenda, ha sido desde hace varios siglos material para toda clase de especulaciones. La última tesis, que acaba de hacer pública un grupo de científicos alemanes, echa por tierra la creencia de que el gran dramaturgo británico murió a consecuencia de una sonada borrachera. De acuerdo con esta nueva versión, lo que terminó con su vida en 1616, cuando tenía 52 años, fue un tumor canceroso en el ojo izquierdo.

A tal conclusión ha llegado Hildegard Hammerschmidt-Hummel, profesora en la universidad alemana de Maguncia, tras comparar dos piezas, la mascarilla de un rostro y un busto, a fin de saber si realmente ambos corresponden al escritor. La mascarilla, fechada en 1616, el mismo año de la muerte de Shakespeare, se halla en la ciudad germana de Darmstadt. El busto se atribuye al escultor francés del siglo XVIII Louis Francois Roubiliac y fue donado por el duque de Devonshire en 1885 al famoso Garrick Club de Londres, donde aún permanece.

INVESTIGACIÓN POLICIACA

Un equipo de patólogos, oftalmólogos, forenses y dermatólogos ha realizado minuciosas pruebas, incluidos los escaners de las esculturas, utilizando imágenes tridimensionales computerizadas, similares a las empleadas por la policía para identificar el rostro de una persona. Los análisis practicados detectaron la presencia de un gran tumor canceroso en el párpado izquierdo que, seguramente, fue el causante de la muerte del autor de Sueño de una noche de verano.

Hasta ahora el óbito había sido atribuido a una sobredosis de alcohol que se habría producido tras una tremenda juerga de Shakespeare con dos colegas de profesión, los dramaturgos Ben Johnson y Michael Drayton. Hammerschmidt-Hummel también considera que tanto el busto como la mascarilla corresponden al rostro de El Bardo, una tesis que, por otro lado, rebaten otros expertos shakespearianos.

Llegar a saber cuál fue el verdadero aspecto del autor de Romeo y Julieta ha llevado a cuatro años de mediciones y exámenes con rayos X de seis diferentes retratos que pretendían representar al autor. Finalmente, utilizando las técnicas policiales de sobreponer partes separadas de la cara pertenecientes a la misma persona, se ha podido descubrir que la frente, los ojos y la nariz de uno de los retratos son idénticos en la pintura y el busto.

El llamado Retrato de Chandos, nombre del duque propietario de la obra, sería el único que mostraría una imagen fidedigna del autor, con unos 40 años, luciendo bigote, barba y un pendiente dorado en el lóbulo izquierdo de la oreja. La pintura, junto a cinco célebres pero falsos retratos del artista, será presentada al público en una exposición titulada Buscando a Shakespeare, que tendrá lugar en la Nacional Portrait Gallery a partir del 2 de marzo.