Con un papel de un metro cuadrado, ¿qué se puede hacer? Una escultura. Y, ¿con uno de 64 metros cuadrados? Un rinoceronte o un hipopótamo. Aunque parezca mentira, así es. O por lo menos si quien tenía ese papel entre sus manos era Éric Joisel, "la persona que mejor interpretaba la papiroflexia", según reconoció ayer Felipe Moreno, comisario de la exposición La magia del papel, junto a Jorge Pardo, ambos miembros del Grupo Zaragozano de Papiroflexia. En la presentación también estuvo presente Jerónimo Blasco, consejero de Cultura del Ayuntamiento de Zaragoza, quien recordó el éxito de la anterior muestra sobre origami, con 43.000 visitas. Además, señaló, que esta exposición sirve como "aperitivo" de la creación de la futura Escuela Museo de Origami que pretenden abrir en San Vicente de Paúl el próximo mes de octubre.

La magia del papel se compone de tres espacios y es "la más grande en el mundo de esta temática", ya que cuenta con mil metros cuadrados. El espacio tránsito está ocupado por una instalación de Jorge Pardo.

TÉCNICA DEL ARRUGADO La planta primera está dedicada a la técnica del arrugado y expone obras del CRIMP --podrá verse hasta el 16 de junio--, el Centro de Búsqueda de modelización. Cada obra se logra a base de arrugar papel, doblarlo, sacarle puntas... el papel no recibe ningún corte, ni ha sido pegado, solo ha recibido miles de arrugas. La primera sala se ha convertido en un arrecife coralino con más de 200 elementos, caracolas, peces, etc. A la segunda sala se pasa por una cueva, también arrugada, llena de estalactitas y estalagmitas, de manitas que salen de la pared y de mujeres que cuelgan en la pared; en el aire, lo mismo, mantis religiosas, pájaros, sin olvidar que es papel arrugado.

La segunda planta está dedicada a Éric Joisel (hasta el 2 de junio). Desde una recreación de su taller, a dibujos originales, su autorretrato (en papel), publicaciones, etc --su legado está en Japón, la familia y Zaragoza--. Comenzó --cuando descubrió la papiroflexia destruyó todos los trabajos en distintas artes realizadas anteriormente-- con las máscaras, pero también jarrones, perros, erizos, un pangolín, figuras humanas, una exclusiva banda de jazz con 11 músicos --que él mismo trajo a Zaragoza--, un picador, duendes, un Quijote, una zona destinada a la Comunidad del anillo; y cuatro personajes de la Comedia del arte, que quedó inacabada por su fallecimiento.

Se trata de un arte (no una manualidad ni una artesanía) "que no tiene mercado", aunque Joisel vendió alguna máscara por unos 1.200 euros en 1980. Preguntado por cuánto tiempo le podía costar crear una pieza, respondía: "35 años, lo que me ha costado llegar a este nivel".