EL CORAZÓN HELADO

AUTOR Almudena Grandes

EDITORIAL Tusquets

PÁGINAS 936

PRECIO 25 €

Tiene Almudena Grandes (Madrid, 1960) los dones de alentar personajes redondos con tectónica interior e idear conflictos verosímiles en el filo de un cambio de existencias problemáticas. Ambiente, personajes y conflicto son los estribos del modelo realista de novela, que la autora preconiza y practica. Conforme a él, esta es su obra más ambiciosa, en la que esas virtudes triunfan inapelablemente. El corazón helado es una (quizá la) gran novela realista sobre las duraderas lesiones familiares que infligió la guerra civil, porque su tema es el carácter hereditario de la culpa y el estupor de los hijos que reciben ese legado.

El culpable aquí es Julio Carrión, compendio de maldades, enriquecido durante el franquismo, traidor y usurpador; su víctima principal, Ignacio Fernández, epítome del héroe republicano (guerra, cárcel, campos de refugiados, resistencia francesa...). El dualismo del expoliado frente al villano opera en el esquema subyacente al relato y revela su legítimo sesgo político, la toma de partido en contra de una de las dos Españas machadianas, la que hiela el corazón.

Es un acierto enfocar la ponzoña guerracivilista que aún actúa en el estómago de la España actual desde el más estricto presente, el de los depositarios de las culpas y agravios, encarnados por Álvaro Carrión y Raquel Fernández Perea, ambos empujados a inhumar el dramático pasado familiar. La solvencia de Grandes como forjadora de psicologías complejas se convierte aquí en su mejor baza, muy bien jugada al conferir rango de narrador a Álvaro y alternar su voz con la de un narrador externo cuya información sirve de contrapunto. Que Álvaro y Raquel se enamoren ineluctablemente está en la lógica del desarrollo argumental y da ocasión a algún recurso melodramático.

Es una narración ensamblada con destreza, según una pauta tradicional: presentación ("El corazón"), desarrollo ("El hielo") y desenlace con el hábil descifrado de los enigmas ("El corazón helado"). Arranque y cierre son eficaces, pero el cuerpo central (¡de 600 páginas!), lleno de retrospecciones hacia los años de la infamia, peca de desmesurado y prolijo. Defectos que alcanzan a la respiración de la prosa. La tendencia a repetir series triples de palabras o proposiciones abulta el texto y lo desvigoriza.

Tal vez no sea impertinente recordar que hace muchos años, en 1852, Herbert Spencer formuló una ley de la economía de las fuerzas creativas según la cual el secreto de la elección y uso de las palabras consiste en ahorrarle atención al lector. Otros la enunciarían así: "El mérito del estilo consiste en ubicar el máximo de pensamiento en un mínimo de palabras" (Veselovsky). Su vigencia es permanente. Al margen de esto, El corazón helado define una vía transitable de reflexión sobre nuestra peor llaga colectiva, captura al lector, lo emociona y lo enerva y lo indigna y lo estremece y por fin le devuelve al mundo convencido de que realmente ha estado ahí y de que no vuelve con las manos vacías.

DOMINGO RÓDENAS DE MOYAdrodenas@elperiodico.com