El «error humano» que causó la debacle en la gala de los Oscar tiene nombre y apellido: los de Brian Cullinan, uno de los socios de Pricewaterhouse Coopers (PwC), la empresa auditora que lleva 83 años tabulando los votos de los miembros de la Academia de Hollywood y manteniéndolos en secreto hasta que se abren los sobres. Cullinan ha quedado señalado como el malo de la mala película que se vio el domingo en el Dolby Theater, aunque la trama de este guion tiene más elementos de lo que puede parecer a simple vista.

Lo que pasó ante los atónitos ojos del mundo ya se sabe: a Warren Beatty, elegido junto a Faye Dunaway para presentar el premio de mejor película en el 50º aniversario de Bonnie and Clyde, le dieron el sobre equivocado (una de las dos copias del premio a Emma Stone como mejor actriz, porque hay dos sobres en cada categoría, uno en cada lado del escenario). Cuando lo abrió, Beatty vio que algo no estaba bien (basta repasar el vídeo y observar su gesto buscando en el interior del sobre otra papeleta). Pero Dunaway pensó que bromeaba, le dijo «eres imposible» y, cuando él optó finalmente por enseñarle la papeleta, solo leyó La La Land. Durante los siguientes dos minutos y 25 segundos, el mundo celebró (o lamentó) el triunfo del musical, aunque en realidad la victoria era de Moonlight.

LOS PROTOCOLOS

La Academia envió poco después de las tres de la madrugada un comunicado de disculpa de PwC, que no contestaba ninguna de las muchas preguntas que planteaba el fiasco. Horas después, ya en la tarde noche del lunes, la empresa emitió un segundo comunicado, y ahí ya mencionaba directamente a Cullinan por su nombre como responsable de la entrega del sobre. PwC también reprochaba a Cullinan y a la otra empleada de la compañía que se encarga de los Oscar, Martha Ruiz, que «no hubieran seguido los protocolos para corregir el error lo suficientemente rápido». A ella no la citaban por su nombre.

Lo que PwC no ha contado es que Cullinan, para quien este era su cuarto año en los Oscar, estaba tuiteando instantes antes de dar el sobre equivocado a Beatty. De hecho, colgó cuatro fotos tomadas entre bambalinas durante la ceremonia (que fueron borradas de su cuenta inmediatamente); la última de ellas, tomada tres minutos antes de la histórica metedura de pata, era precisamente la de Emma Stone con su estatuilla.

¿POR QUÉ SE TARDÓ TANTO?

Más inexplicable aún es por qué se tardó tanto en solventar el error. Tanto Cullinan como Ruiz están obligados a memorizar los ganadores antes de la ceremonia; ella fue quien primero se dio cuenta de que la película anunciada como ganadora no era la verdadera triunfadora. Se lo dijo a Cullinan y él comprobó el sobre que aún tenía en su poder, con la cartulina donde estaba escrito Moonlight. Entonces avisaron al jefe de escenario y a los productores de la ceremonia. Pero por alguna razón no aclarada nadie se decidió a actuar y finalmente tuvo que ser uno de los productores de La La Land quien revelara la verdad al mundo entre la sorpresa generalizada.

Cullinan pudo despistarse cegado por el brillo de estrellas. Su jefe, Tim Ryan, ha dicho a la revista Variety que el socio se siente «fatal» y que «está muy disgustado». Y no es para menos, aunque a su fallo pudo contribuir también el nuevo diseño de los sobres con los ganadores. En los últimos años, el sobre era dorado, con una pegatina blanca sobre la que se leía en contrastado negro la categoría en cuestión. Este año, los sobres eran rojos con letras impresas en dorado; más elegantes, quizá, pero más difíciles de leer.

También el lunes por la noche, la Academia emitió un comunicado excusándose por el error. «Hemos pasado la última noche y todo el día investigando las circunstancias y determinaremos qué acciones son apropiadas», se leía.