Hace ahora seis años, el director noruego André Øvredal llamó la atención en festivales como Sundance y Sitges con la cinta Troll hunter, un falso documental de fantasía que capturaba la mitología nórdica con las técnicas de El proyecto de la bruja de Blair y Monstruoso. Como era de esperar, Hollywood quiso fagocitar a este talento europeo. Øvredal se dejó tentar, pero solo hasta cierto punto: «No llegué a mudarme a Los Ángeles», contaba en Sitges, cinco años después de presentar allí su primer filme. «Estuve todo el tiempo viviendo en Oslo. Como mucho iba un par de veces al año. Trabajé en muchos proyectos en Los Ángeles, pero ninguno llegaba a buen puerto».

Entre dos y tres años dedicó a Carpe demon, adaptación de la novela de Julie Kenner publicada por Ediciones B como ¡Demonios! Aventuras sobrenaturales de una madre. El guion era de Chris Columbus, héroe personal de Øvredal: «Me encantan sus guiones para Gremlins, Los Goonies, El secreto de la pirámide… Uno de los mejores momentos de mi vida fue verle llegar con toda su familia a una proyección de Troll hunter en San Francisco». Columbus, se suponía, iba a producir el remake americano de esta película, pero… tampoco llegó a buen puerto.

«Casi mejor», dice Øvredal. «Recuperamos los derechos y no creo que los volvamos a liberar. No creo en una versión americana de la película. Es una historia local. Si pones a esos trolls en América, no puede funcionar».

Hoy, Øvredal está aquí porque puede hablar, al fin, de un segundo largo, La autopsia de Jane Doe. Es una película de terror puro, exactamente la clase de proyecto que buscaba después de alucinar con Expediente Warren: The conjuring. «Para mí James Wan es un maestro del terror moderno. Su dirección es precisa, siempre tiene sentido». Øvredal se identifica mucho más con ese estilo de dirección que con la cámara temblorosa de Troll hunter: «Soy de la escuela de Spielberg y de Fincher. Me gusta ser específico con la cámara. Pasé cuatro meses planificando Jane Doe hasta la última imagen».

Una gran parte del filme se desarrolla en la pequeña morgue, negocio familiar, donde el forense Tommy Tilden (Brian Cox) y su hijo y ayudante Austin (Emile Hirsch) practican la autopsia de una joven (Olwen Kelly, la Juana Nadie del título) hallada medio enterrada en el sótano del escenario de un crimen. Pero Øvredal sabe sacar partido de este espacio limitado a través de una sofisticada gramática visual.

DISECCIÓN CON ELEGANCIA

Durante la autopsia propiamente dicha, no buscó el asco, sino la belleza: «Quería rodar una autopsia de forma elegante. Sabía que podía hacerse. Tampoco quería mostrar el cuerpo de Kelly de forma sexualizada. Tenía que ser una muerta, y eso es todo». La autopsia de Jane Doe se llevó el Gran Premio del Jurado en el último festival de Sitges. Un premio para su muerta no habría sido descabellado, aunque cueste creerlo sin haber visto la película.

Tras la revigorizante experiencia, Øvredal rodará en breve una película de acción y aventuras llamada Mortal. «Es una historia propia y me baso de nuevo en la mitología noruega, pero esta vez sin una pizca de humor. De nuevo, una película que no se parece a nada que haya hecho antes».