«Daroca: La vieja muralla y el viejo castillo sobre el cerro agrietado y asoliente, símbolo del alma aragonesa: viento y sol», escribía Paulino Masip en su artículo El alma de Aragón, que ilustró con imágenes del fotógrafo alemán Oto Wunderlich. Los paisajes, pero también a sus habitantes, como esos vecinos de Vera del Moncayo, de los que escribe: «Erguidos, con el puño a la cintura, estos cuatro aragoneses que ya no son tan jóvenes, adoptan la actitud nacional por excelencia, una actitud de orgulloso afronte de los acontecimientos». Y ahí están ellos, con el puño en la cintura mirando a la cámara de Wunderlich.

Estas son solo dos de las más de 90 imágenes que se exponen en la exposición Aragón: alma y paisaje, que puede verse hasta el 26 de noviembre en la sala del Cuarto Espacio de la Diputación Provincial de Zaragoza (c/ Coso). Todas las fotografías proceden del Archivo Wunderlich, gestionado por la Fototeca del Patrimonio Histórico del Instituto de Patrimonio Cultural de España, integrado por más de 45.000 negativos y positivos, de las que más de 200 pertenecen al alemán.

Wunderlich visitó Aragón en cuatro ocasiones, y todas están representadas en la muestra. La primera , en 1918, Tarazona y Vera del Moncayo, donde captó la belleza del Monasterio de Veruela y su claustro gótico. Un año después, fotografió Teruel, Daroca (La Puerta Alta, La Muralla), Calatayud (La Posada de la Dolores, hoy un hotel) o unos niños fabricando cuerdas) y los Pirineos, que recorrió junto con miembros de la Sociedad Alpinista Peñalara, entre ellos otro fotógrafo, Antonio Victory.

UN VIAJE DURO

Las imágenes de los Pirineos muestran «un lugar todavía por descubrir», aseguró uno de los comisarios de la muesta, Óscar Muñoz; en el que los excursionistas viajan con corbata. En una carta que escribió, Wunderlich reconoció que estaba «contento pero que lo había pasado mal porque fue un viaje muy duro en el que tuvieron que cargar con los bártulos». El viaje les costó 350 pesetas, con los que pagaron al guía, Miguel, que también aparece en las imágenes.

El tercer viaje fue en 1924, cuando recaló en Zaragoza, y visitó la Lonja, las calles, el Pilar (solo tenía dos torres, etc... Y en 1930, que recorrió Albarracín, Pozuel, Teruel Alhama, Nuévalos y el Monasterio de Piedra.

Pero no solo aparecen paisajes, ya que una de las partes se refiere a los retratos, ya que «se fijaba en las personas que se encontraba en su camino».

Todas las imágenes son copias fotográficas, aunque en una de las salas, pueden verse las cámaras de Wunderlich; así como negativos, los contactos, las copias de época hechas por él mismo, según explicó el comisario Alejandro Almazán; y cómo apareció publicado en alguna revista de la época; así como álbumes de su primera época, de París y de otros viajes; y un cuaderno de campo, donde Wunderlich anotaba cuando, donde y quién aparecía en cada imagen.