El tipo de pinturas rupestres englobadas en el Paleolítico son las más antiguas. Las figuras suelen ser realistas, con uno o dos colores y modelado de volúmenes; pero no forman escenas, están yuxtapuestas (colocadas unas junto a otras, o unas sobre otras) y, salvo excepciones, no hay sensación de movimiento, ni paisaje.

Estamos pues ante un arte descriptivo, no narrativo. Sin embargo, se conservan algunos ejemplos excepcionales de escenas concretas de tipo narrativo, por ejemplo en Lascaux, en Les Trois Frères (ambas en Francia) o en la cueva de los Casares (Guadalajara). En ninguno de los casos parecen representaciones de escenas concretas o anecdóticas, sino, más bien, rituales genéricos protagonizados por hechiceros.

En los abrigos rupestres del Parque del Río Vero (y de todo Aragón solo se puede apreciar este arte en la cueva de la Fuente del Trucho, a la que no se puede acceder ya que todavía no han concluido las excavaciones y en pro del mantenimiento de las pinturas halladas.

El Paleolítico se trata de una de las manifestaciones artísticas más antiguas de las que se tiene constancia, ya que, al menos, existen testimonios datados hasta los 40.000 años de antigüedad, es decir, durante la última glaciación. Por otra parte, aunque la pintura rupestre es esencialmente una expresión espiritual primitiva, ésta se puede ubicar en casi todas las épocas del ser humano.