Nada más abrirse la valla, la mirada se clava directamente en una mancha roja de considerable tamaño justo enfrente de la puerta, a unos tres metros de distancia. Cuando uno la mira fijamente, no tarda ni un segundo en reconocer un precioso ciervo, dibujado con una precisión envidiable, a pesar de que una parte del cuerpo ha desaparecido por la erosión y el paso del tiempo. Un daño menor teniendo en cuenta que la pintura, realizada con las calizas abundantes de la zona mezcladas con algún tipo de líquido, lleva a la intemperie entre cinco y ocho mil años.

El ciervo de Arpán (que coge el nombre del abrigo donde está) es un ejemplo del arte levantino, reconocido como Patrimonio Mundial por la UNESCO, pero es solo el mejor conservado de este abrigo en el que se pueden descubrir si se afina la vista hasta restos de tres ciervos más. Dos de ellos acompañan al mejor conservado por un camino dibujado que confluye en un arquero (que tampoco se conserva en su totalidad, pero del que se puede ver que lleva una seña de distinción en la cabeza, quizá unas plumas) que los está esperando. Las paredes del abrigo de Arpán recogen una emboscada, que no difiere mucho de la que pueden practicar en la actualidad un grupo de cazadores. Se ve como encaminan a los ciervos hacia una salida donde les espera el arquero para conseguir el alimento.

Pero no solo de carne vivía el hombre prehistórico. De hecho, en el extremo contrario del abrigo se puede observar (casi imaginar si nadie te insiste en que te detengas en ello) una escena en la que un hombre está subido a una escalera en lo que se ha interpretado como una escena de recolección, bien de los huevos de algunos pájaros o incluso de miel en una colmena de abejas.

En Arpán conviven el arte levantino y el esquemático pero es solo uno de los más de 60 abrigos que hay en los cañones del río Vero. Una zona de paso entre España y Francia que puede ser la causa de que hayan aparecido esa gran cantidad de abrigos aunque no se sabe con exactitud. Como buena parte del arte prehistórico, sigue siendo un gran misterio. Como el verdadero significado de las pinturas, teorías hay muchas pero certezas, pocas. Desde que se pintaban a los animales para capturarles el alma hasta que eran representaciones de la vida cotidiana.

Arpán es solo un ejemplo de ello pero, sobre todo los abrigos, destaca la cueva de la Fuente del Trucho (que fue un asentamiento), que se puede divisar desde Arpán (situada a 710 metros), pero que, debido a su estado y a que todavía no han concluido las excavaciones, no se puede visitar. En ella, de la que hay una réplica en el Centro de Interpretación del Arte Rupestre de Colungo, se han encontrado las únicas representaciones artísticas paleolíticas de Aragón. Hasta el momento, se han identificado más de 140 figuras, entre las que destacan caballos, cáprido y manos, así como un oso y un felino en el exterior de la misma. Algunas de estas manifestaciones están datadas en torno al 23.000 antes del presente.

Sí se puede disfrutar del arte esquemático del abrigo de Mallata, en el que, después de acceder a través de una escalera, se pueden contemplar hasta tres escenas de figuras humanas cazando ciervos (en arte esquemático) así como diferentes antropomorfos y signos. Además, asomarse desde este abrigo es una ventana a contemplar decenas de ellos así como los vuelos de varias aves rapaces.

En la margen izquierda del barranco de la Choca, afluente del Vero, enfrente de Mallata, es donde se localizan los abrigos de Barfaluy, los terceros para los que hay visitas guiadas organizadas. Pertenecen al ciclo esquemático y, en sus tres enclaves, se pueden encontrar pinturas (en rojo y negro), con antropomorfos, manos y cuadrúpedos.

Hasta que no llegaron los arqueólogos, hace medio siglo, todo lo que había en los cañones del río Vero eran cobachos. Desde 1978, a los habitantes les cambiaron el nombre de esos lugares y supieron que los cobachos eran abrigos y que las pinturas que habían convivido con ellos (mucha de la zona donde han aparecido era cultivable porque, básicamente, era donde había agua) tenían muchos años de antigüedad, eran prehistóricas y había muchas. A las ya comentadas, hay que unir las que se pueden visitar libremente desde Alquézar o desde Bárcabo, además de todas las inaccesibles.