Zaragoza necesita que la quieran, pero para quererla es necesario pensar, repensar, reflexionar e interrogar para saber donde estamos viviendo». Y el paseo es una buena forma de conocer la ciudad. Así se pone de manifiesto en la exposición El paseo. Intervenir la ciudad, que se inaugura hoy (12.00) en la galería La casa amarilla (Paseo de Sagasta, 72), en el que una veintena de artistas muestran una obra fruto de ese análisis del lugar donde nacieron, viven o trabajan. El proyecto surgió porque en este año, La casa amarilla ha celebrado a Robert Walser por el centenario de la publicación de su libro El paseo y de ahí que se invitara a los autores a que presentasen «la ciudad de otro modo: desde las vivencias de quienes la habitan, la añoran o la sueñan», recordaba ayer Chus Tudelilla, directora de la galería. En el fondo, es también la reivindicación de la importancia de los artistas.

EL RECORRIDO / La exposición incorpora las Pantallas espectrales de Fernando Sinaga, que pone el acento en el patrimonio contemporáneo, «si estuvieran bien conservadas», por lo que también sirve para «recordar a través de la imagen lo que ya no es posible ver por la dejadez de la institución que debe velar por su conservación», señala Tudelilla. Cerca de ella, una imagen del Pilar, que recuerda que en los cimborrios aparece el hexagrama 69 de El libro de los cambios, que el propio Sinaga ha convertido en escultura, símbolo del «mestizaje de culturas» del que Zaragoza es representante.

Radigales, por su parte, aporta La escucha sésil, una madera de plátano muy especial. El artista vive fuera y su recuerdo de la ciudad es el Bendita y alabada que escuchaba del Pilar tres veces al día; así que solicitó una rama que hubiera escuchado la canción al menos tantas veces como él, a la que ha pintado e incorporado una tarjeta de memoria con la música, para que la obra, como él, nunca olvide el tema.

Jorge Fuembuena apuesta por cuatro fotografías (Demo) de unas maniobras militares, en las que, aunque son ficción, se manifiestas reales. Zaragoza como ciudad de paz y al mismo tiempo sinónimo de defensa.

Fernando Martín Godoy vive en Londres y aporta un Inventario con piezas sobre sus paseos nocturnos, que rememora «con nostalgia», según el propio artista, ya que son recorridos por donde vivía durante su estancia en la capital aragonesa. También hay huecos y borrones para mostrar «lo que no se queda en la memoria o lo que nos cuesta rescatar».

Nacho Bolea se ha acercado al Azud, porque es paseante habitual del Ebro y siempre es «parte de mi proceso creativo, donde encuentro la atmósfera para pensar y también materiales», señala el creador, además de recordarle el mar, donde pasó su niñez. En este sentido, le interesaba ese paisaje intervenido por el hombre para repensar la ciudad que da como resultado un paisaje-puzle.

Louisa Holecz aporta una pintura, While real runs out, una pieza inspirada en una manta que encontró en un campo y en la que plantea tres realidades, la naturaleza, la manta y los materiales que hay en el suelo, que van cayendo.

Almalé y Bondía presentan Melancholia I, una nueva intervención en un paisaje de difícil acceso, con la que han estrenado una cámara de gran formato. Antuán Ducham, Partícula W. Prolegómenos. Al lídel, lieder, con un cuaderno de viaje sobre investigaciones y conceptos, y una grabación de campo con sonidos de sus paseos hacia el Lidl. Marta Lázaro y Ortiz Albero apuestan sin embargo por imágenes de pedestales que hay por toda la ciudad en los que desaparece el homenajeado porque «durante el paseo, cada uno se diluye en la ciudad».

Vicente Almazán muestra una tablet con sus imágenes y sus textos sobre lo que él se encuentra cuando pasea por la ciudad. El vídeo de Gaizka Urresti refleja una Zaragoza en los inicios de la crisis con imágenes de los culpables (los bancos) y de las víctimas (que duermen en ellos). Paco Algaba y su Primavera tardía visita las afueras de la ciudad.

Los que no pueden pasear al aire libre están representados por unas zapatillas de casa de un grupo de personas ya fallecidas, que pasaron sus últimos días en una residencia.